La cercanía de las próximas
elecciones europeas, así como los acontecimientos
electorales que llegarán el año próximo, provocan que ante
la realidad poco afortunada en que se encuentra la economía
española, se produzcan movimientos para cambiar el rumbo de
la opinión pública, ante el deterioro permanente que desde
el inicio de la actual legislatura el Gobierno del Sr. Rajoy
nos ha llevado, después de haber traicionado a su programa
electoral y con una política económica que ha arrastrado la
austeridad a límites insoportables.
En el panorama político nacional, las diferentes formaciones
políticas tienen preparadas sus estrategias de cara al
debate, que ya se ha iniciado ante las próximas elecciones
europeas. La opinión pública tendrá que evaluar y valorar la
actuación de todos los grupos políticos, en un caso al que
está realizando la labor de Gobierno y en otros a los que
hacen la labor de la oposición.
El Presidente Rajoy comentó recientemente, “los socialistas
y otros todavía no se han enterado, pero las cosas van mucho
mejor”. Sin embargo, en una encuesta de Metroscopia, en un
periódico de ámbito nacional publicada hace escasos días, se
indicaba que el 91% de los encuestados consideran que la
situación económica actual de España es mala o muy mala.
Nadie niega, incluso el PSOE, que España haya salido de la
recesión a final del año pasado y que, en el último
trimestre del año anterior la economía haya crecido un
modesto O,2%, ni que se haya producido alguna cifra positiva
sobre creación de empleo.
Pero los ciudadanos manifiestan que, si hay alguna mejora,
ellos no la están notando, que hay muchos más parados y no
menos, desde que Rajoy gobierna, que les han bajado el
salario, que se han incrementado los impuestos, que este
Gobierno está deshaciendo el Estado de Bienestar, bajándoles
las prestaciones sociales y que les está dejando sin
derechos laborales. Si como dice Rajoy “las cosas van mucho
mejor. ¿Por qué sigue el Gobierno recortando prestaciones a
los parados, a los pensionistas, a los dependientes, a las
mujeres víctimas de violencia de género…? ¿Por qué tiene la
ciudadanía que hacer ahora un acto de fe y creer que todo va
e irá mucho mejor, aunque no se note y lamentablemente el
camino sea lento, después de los incumplimientos
electorales? ¿Por qué no se aborda de una manera seria,
rigurosa y contendiente el fraude fiscal? Me gustaría
equivocarme, pero la realidad y las experiencias de lo
sucedido, después de la toma de posesión del actual Gobierno
con las medidas aplicadas están ahí.
Si continuamos aludiendo a la encuesta de Metroscopia, el
62% respondía que la leve mejora que pueda estar
produciéndose en España no tiene solo que ver con la
política que está aplicando Rajoy, sino con medidas que se
están tomando desde el exterior. Porque la mejoría está
siendo simultánea en otros países europeos, ajenos a las
medidas de Rajoy. Al margen de datos estadísticos, es una
realidad que desde que gobierna el actual Presidente se han
perdido en España más de un millón de empleos. España está a
la cabeza de los países más desiguales de Europa. ¿Cuántos
años van a tener que pasar a este ritmo para que los
españoles vuelvan a tener la tasa de paro y de ocupación que
Rajoy se encontró?
La Secretaria de Política Económica y Empleo del PSOE,
Inmaculada Rodríguez Piñero, acusó al Gobierno de
“confundir” de nuevo a los españoles con la reforma fiscal
“para intentar ganar las elecciones europeas”. También
apuntó que “cada vez que se acercan unas elecciones el PP
promete una bajada de impuestos, tal y como ocurrió en las
elecciones generales, para después subir un importante
número de ellos en dos años a todos…donde las clases medias
y los más necesitados son los más perjudicados”
El Sr. Rajoy está aprovechando el cambio de estrategia, que
a mi modo de entender, se ha decidido para proyectar ante la
opinión pública un panorama optimista, que transmita una
visión diferente de la situación económica, que haga más
permisiva la apreciación de los españoles, respecto al
proceso llevado a efecto por el actual Gobierno en relación
a sus medidas económicas. Para mí esa estrategia no oculta
los intereses espurios que ha demostrado la política
gubernamental , que por motivos ideológicos están
produciendo el ataque más despiadado hacia lo público y lo
social.
El Gobierno está en su derecho, por supuesto, de expresar,
opinar y manifestar lo que estime oportuno, con propuestas
que según su criterio considere que favorecerán a nuestro
país, o perseguir mejoras que nos abrirán nuevos horizontes
y despejen las dificultades. Pero de promesas incumplidas ya
estamos hartos. A mi modo de entender su credibilidad pasa
por medidas concretas, con disposiciones legislativas que no
parezcan fruto de una campaña electoral, donde a la
ciudadanía hay que tenerla contenta. También el Gobierno
está a tiempo para cambiar, modificar o derogar determinadas
leyes que solo conseguirán estrangular más los derechos y el
bienestar del país, como puede ser la Reforma Laboral, la
Ley Wert o la amenaza a la mujer con la Ley sobre el aborto
del Ministro Gallardón. El pueblo español está aprendiendo y
sufriendo después de lo que está viviendo con las medidas
aplicadas, pero sin perder su capacidad de reflexión de la
que solamente él es dueño.
En definitiva, en las contiendas electorales se manifiestan
ideas, programas, se plantean proyectos, promesas, pero creo
que sería un error olvidar cómo se encuentra la realidad del
país. Estoy seguro que se hará alusión al pasado, que ya fue
abordado en las anteriores elecciones generales, pero
también estoy seguro que la oposición no se dejará
amedrentar. Expondrá y defenderá sus proyectos, propuestas y
críticas, porque esa es su obligación y para la que fue
elegida por los ciudadanos, especialmente si es para hacer
una política con rostro humano, como decía Elena Valenciano,
cabeza de lista del PSOE para las elecciones europeas, y que
sin duda también defenderá la candidata socialista Izaskun
Bernal Cerdeira, cuando el PSOE manifiesta que el cambio
comienza por Europa. Pero reitero, que en última instancia
los ciudadanos son los que tendrán la última y definitiva
decisión.
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