Prácticamente a la vez que la ONG
Ca-minando Fronteras hacía público un exhaustivo informe de
sesenta y cuatro páginas en el que, a través de múltiples
entrevistas y evaluaciones sanitarias, se revelaba que hubo
devoluciones en caliente y pelotazos de goma que impactaron
contra los inmigrantes que pretendían llegar a suelo
español, en Ceuta unas 500 personas se manifestaban en la
Plaza de los Reyes. ¿Para exigir que se respetaran los
Derechos Humanos? ¿Para pedir la dimisión del Delegado del
Gobierno o el Ministro por mentir? ¿Para expresar su repulsa
ante tan execrable actuación? No, para mostrar su apoyo
incondicional a la Guardia Civil. Cada vez es menos
cuestionable que este cuerpo, seguramente recibiendo
órdenes, se excedió el día 6 de febrero. No importa. Da
igual que haya muertos, heridos y personas que han perdido
la visión de un ojo, lo importante para los 500 acólitos que
acudieron a la convocatoria del PP era que se dejara en paz
a los del tricornio. Más bien, lo importante era tener
contento al poder. Todos sabemos que Ceuta es un cortijo
cuyo cacique se llama Partido Popular. Y conviene estar a
buenas con el jefe.
La manifestación del pasado jueves fue una expresión de
fanatismo ciego, de manipulación de gobernantes y de interés
personal de muchos manifestantes. Pero no sólo eso; también
fue un ridículo despropósito en toda regla o, como dijo
Javier Sakona en “Gran Vía”, el programa de televisión
presentado por Laura Ortiz, “un auténtico sainete en el que
sólo faltaba Berlanga”. Gritos de “Viva España y la Guardia
Civil” amenizaron un esperpento del que también participó el
PSOE. Caspa.
Parece que algunos desean que la Guardia Civil continúe
siendo ese cuerpo represor al servicio de los poderosos que
tan bien nos describe el hispanista Paul Preston en “El
holocausto español”. Los que se reunieron en la Plaza de los
Reyes no hacían otra cosa más que legitimar la barbarie y la
impunidad. Sólo eso explica su presencia en un acto
rechazado por los mismos guardias civiles a través de la
AUGC, un rechazo que, al parecer, muchos tildan de
“político” (como si esto fuese malo, como si apoyarla no lo
fuera) e “irracional”. Quienes esto argumentan no entienden
que los guardias de la AUGC son demócratas que saben que si
ha habido excesos, lo más sano en un Estado de Derecho es
que se investiguen y se depuren responsabilidades.
Queda claro, por si había dudas, que en Ceuta hacen falta
más valores democráticos y menos fanatismo ultra y servil.
Nos ahorraríamos estos sainetes berlanguianos. Son otros los
homenajes que debemos hacerle al director de “Plácido”.
|