No esperaba verlo, en ningún medio
de comunicación, tan pronto, con manifestaciones
contundentes, por eso me sorprendió encontrarme en 13 TV con
mi paisano Ricardo Blázquez, hace muy pocos días, tras haber
sido nombrado, una vez más, ser el presidente de la
Conferencia Episcopal de España.
Blázquez, de un pueblecito abulense, Villanueva del
Campillo, a unos 17 kilómetros del mío, suele visitar, con
frecuencia, mi pueblo, cada vez que está de vacaciones en el
suyo, aunque sólo sea a comprar la prensa diaria y quienes
le hemos conocido, desde hace muchos años, yo desde que le
nombraron, allá por los comienzos de los años 90, obispo de
Palencia, donde coincidí con él y tuve la oportunidad de
hablar en repetidas ocasiones no sólo del paisanaje, sino
también de la problemática del momento, desde entonces he
visto como, a diferencia de su antecesor Rouco Varela, éste
habla claro, para todos, no es político, pero sus acciones
suelen superar a la verborrea de los políticos.
El ejemplo nos lo dio cuando desde Palencia le enviaron a la
diócesis de Bilbao y el “jesuita” Arzallus lo recibió con el
menosprecio de “un tal Blázquez”, para que al correr el
tiempo, cuando ya se marchaba de Bilbao se lamentara su
marcha y se dijera:” se va uno de los nuestros”.
Algo habría hecho, pero algo bueno, en las tierras vascas
para que se le despidiera así. Y ahora, cada vez estoy más
convencido, su cercanía hará que muchos de los que ya
estaban cansados de la “lejanía” que mostraba a diario Rouco,
se puedan volver a acercar, un poco más, porque éste es otro
tipo, muy diferente, de monseñor.
Creo que ha regresado a la presidencia de la Conferencia
Episcopal en buen momento y que sus contactos con Roma
pueden ser más cercanos, más fluidos que antes, por cuanto
Blázquez es de un perfil muy parecido al del mismísimo Papa
Francisco, no un gran intelectual, sino un pastor que trata
de atraer a aquellas partes del “rebaño” un poco
descarriadas.
Yo no creo que con Benedicto XVI hubiera coincidido en
cuanto a talante, por cuanto aquel era más cercano a Rouco,
al menos por su formación, en gran parte en Munichi. Ambos,
Benedicto y Rouco, es posible que “tuvieran más letras” pero
estos, Francisco y Ricardo Blázquez van más a tono con los
tiempos que vivimos, son más cercanos a las gentes,
comprendiendo el día a día de todos, sin que les importe que
media hora antes uno haya pasado por “la sacristía”.
Y eso de la cercanía, donde se ve, cuando él está allí, es
en Villanueva del Campillo, ese pueblecito de Ávila con poco
más de 300 habitantes en el verano, la mitad escasamente en
el invierno, y donde se le ve al monseñor hablando con sus
vecinos, sus amigos de los juegos de su niñez y viviendo,
durante esos días que está de vacaciones, los problemas de
sus vecinos, con la claridad y la sinceridad que da el trato
entre amigos, en tierras castellanas.
Y lo he dicho antes, no es político, sino que actúa con las
realidades y mientras que su antecesor al frente del
Episcopado no mantuvo ni un solo encuentro oficial con el
presidente del Gobierno, éste, Blázquez, no tardará en
normalizar las relaciones con el Gobierno del PP, como las
normalizaría con el Gobierno de otra tendencia. Y es que,
con la felicitación de Mariano Rajoy al nuevo presidente de
la Conferencia Episcopal ya queda muy cerca la fijación de
un encuentro entre las cúpulas de lo civil y de lo
religioso, que no tienen por qué ir cada parte por un camino
diferente.
En todos los terrenos, empezar con normalidad y naturalidad
es asentar las bases para un buen entendimiento.
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