Hace ya mucho tiempo que no le
dedico siquiera unas líneas a José Antonio Carracao:
secretario general de los socialistas de Ceuta. Y no será
porque éste venga dando muestras de excesiva comodidad en el
desempeño de sus cargos. Más bien sucede todo lo contrario:
pues no se concede tregua alguna a la hora de denunciar
cuanto cree que viene haciendo mal el gobierno local.
Cierto es que no le falta tajo a nuestro hombre. Ya que el
obrar de nuestro de alcalde propicia que la oposición tenga
cada día motivos más que suficientes para pintarle la cara
con los colores de los despropósitos. Y qué decir de la
portavoz del Gobierno: cuyas apariciones públicas la hacen
quedar peor que la Chata de Cádiz e incluso que
Cagancho en Almagro. En suma: que los petardos que pega
Bel Yolanda son tan considerables como sonados.
A lo que iba: José Antonio Carracao no merece que uno lleve
tanto tiempo sin decir ni mu de él. Confieso que mi proceder
es injusto. Puesto que ha habido momentos en los que he
podido dedicarle este espacio aunque sólo fuera para darle
los ánimos precisos a fin de que no se venga abajo en la
lucha desigual que mantiene contra Vivas y contra su
socio de Gobierno: Aróstegui.
El diputado y portavoz de los socialistas en el gobierno
local, Carracao, carece de todo altavoz mediático capaz de
reconocerle sus aciertos. Lo cual con ser malo, no es lo
peor: lo peor es que lo tratan desconsideradamente y en no
pocas ocasiones incluso van más allá: lo maltratan. Y si
acaso yerra en cualquier exposición, como les ocurre a los
demás políticos con cargo, lo persiguen sañudamente. Con
furia cruel.
Cierto es que hay excepciones; es decir, quienes escriben en
periódico que no tienen como consigna cebarse con el
portavoz de los socialistas. Ensañarse con el diputado
porque sí. Pero tampoco es menos cierto que José Antonio
Carracao no cuenta con la propaganda debida como para que la
gente sepa más de él y hasta lo llegue a considerar como
posible alcalde.
La última vez que yo crucé unas palabras con Carracao fue en
mayo del año pasado. Concretamente el Dos de Mayo; a esa
hora en que autoridades civiles y militares acudían a rendir
el consabido homenaje al teniente Ruiz. Nuestro encuentro
fue casual y debo decir que en esos momentos a José Antonio
lo estaban crucificando por haber ahondado en el caso de los
camiones que se pagaban una y otra vez. Me estoy refiriendo
al conocido como ‘caso Urbaser’.
Recuerdo haberle dicho, en aquel momento, que un secretario
general de los socialistas de Ceuta, amén de portavoz de su
partido en el Ayuntamiento, debía contar con más medios para
salir airoso en sus cometidos. Incluso le cité de memoria
cómo el partido socialista de Ceuta nunca se preocupó de
ganarse la voluntad de ningún medio de la tierra. Aun lo
puse al tanto del final que tuvo ‘El Periódico’ que osó
mantener una línea editorial cercana al entonces delegado
del Gobierno, Pedro Márquez González.
José Antonio Carraco me oyó decirle que el partido
socialista, su partido, nunca mostró, salvo en el caso del
periódico mencionado, ningún interés en hacerse oír en esta
tierra mediante una voz si no propia al menos no enemiga
furibunda. Una forma de proceder, quizá, por estar
convencidos sus dirigentes de que en esta tierra la gente es
de derecha de toda la vida. Y que no merece la pena
llevarles la contraria.
En fin, desde aquel día no he tenido la oportunidad de
hallarme a Carracao. Pero sé que le debía esta columna.
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