La intervención conjunta
hispano-marroquí contra el yihadismo marca un punto de
inflexión sobre la colaboración bilateral en materia de
seguridad y en el ámbito antiterrorista, entre dos Gobiernos
que han de extremar sus medidas de control en sus
territorios, ya que está demostrado que Ceuta, Melilla y
Marruecos, se encuentran en una zona caliente de influencia
para quienes tratan de captar muyahidines para Al-Qaida, lo
que representa una seria amenaza para la seguridad nacional
de España y Marruecos que no olvidan con facilidad los
atentados de Casablanca como nuestro país tampoco puede
olvidarse del 11-M y la masacre de la estación de Atocha en
2004.
El desmantelamiento de la red con ramificaciones en diversos
países (Bélgica, Francia, Túnez, Turquía, Libia, Mali,
Indonesia y Siria), abren un abanico demasiado amplio en
cuanto a su operativo terrorista y su elevado nivel de
influencia, lo que representa un radio de acción muy extenso
al involucrar a varios países. Estos operativos, que
pudieran parecer sacados de una serie televisiva, lo cierto
es que se están dando en la realidad, ya que a veces, ésta
supera a la ficción y nos sitúa en un marco realmente
inquietante. No podemos olvidar la captación que, no hace
mucho, se detectó en Ceuta, con idéntico destino y por
vínculos similares, que colocan a nuestra ciudad en un
entorno especialmente sensible en materia de seguridad.
Esta operación, felizmente desarticulada, no ha de llevar a
la complacencia a España y Marruecos, sino a intensificar en
niveles extremos, las medidas de seguridad hasta el punto
que, prácticamente blinden sus territorios. El terrorismo es
una lacra que no admite descuidos ni concesiones. Nos va la
vida.
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