Tres términos que es,
prácticamente, imposible que se conjuguen, cuando se trata
de un medio, de los mal llamados informativos.
Todo medio, desde el principio, debiera llevar, en sí mismo,
los dos primeros apartados, pero, por desgracia, el que más
se da es el último, ese de mentir o, cuando menos, no decir
la verdad que debiera decir.
Lo que hemos advertido hace un par de días, en el
aniversario de los terribles atentados del 11 de marzo de
2004, es, prácticamente, insoportable, por cuanto todos los
canales de televisión, al mismo tiempo, o en horarios
diferentes, nos iban presentando, según les convenía, unas
recomposiciones de aquel maldito día, recomposiciones
caprichosas y adulteradas, con lo que debiera haber sido
información, y con lo que el recuerdo quedó convertido en
una vil patraña, o en la peor de las mentiras que se nos
puedan trasmitir.
Los reportajes, a diez años vista, cuando ya una gran parte
de los espectadores no podían o no querían recordar aquellas
imágenes, han sido de lo más macabro y tendencioso que se
podía ofrecer a cualquier espectador que quisiera pasar un
rato, viendo algo que le pudiera formar o, al menos,
entretener.
Y ya es curioso que los grupos que se están haciendo con una
buena parcela de los medios de comunicación, sean de la
tendencia que sean, hayan sido capaces, en esta ocasión, de
ponerse de acuerdo para colocar una programación para este
día, en concreto, con una temática similar a la de sus
oponentes y competidores y con las mismas deficiencias.
Poca inteligencia, poco sentido común y poca iniciativa se
han dado en este terreno, para llegar a coincidir, incluso
en la misma franja horaria, dos medios que de ordinario
están encontrados, con una misma temática.
Y luego viene lo de la objetividad que yo llamaría, en esta
ocasión, desvergüenza, porque que haya medios que lleven
diez años mintiendo en lo que fue una desgracia nacional, es
para que esos medios fueran borrados o cerrados a
perpetuidad, sin darles ningún tipo de explicación. Claro
que aquí no pasa nada.
Y no pasa nada, porque desde los dos partidos que han
formado Gobierno, a lo largo de estos diez años, no hay
vergüenza, no hay dignidad y no hay razón de ser.
Quienes conocemos lo que es un medio de comunicación, yo he
conocido algo en los más de 46 años que he estado en muy
diversos y muy variados medios, sabemos que eso de la
objetividad y la imparcialidad no se da, en ninguno de los
medios de comunicación que hay, porque todos, he dicho
todos, cojean de alguna parte, según les vayan en juego los
intereses particulares o mediáticos. Eso que nadie lo ponga
en tela de juicio.
Pero, además, de los dos grupos políticos que han formado
Gobierno durante estos diez años, unos de ellos son unos
descarados, unos mentirosos o traidores al buen
comportamiento de la sociedad, en tanto que los otros son
unos memos que se dejaron quitar la merienda, en su propia
casa, y no fueron capaces de controlar los organismos que
estaban bajo su dirección, y bien que lo siento por alguno
de mis paisanos que se desayunó con el primer sapo de aquel
día.
Estas dos posturas han sido las responsables de esa jornada
del 11M de 2014, en la que se alabó todo menos la honradez y
la verdad.
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