Es como podemos escribir hoy, tras
haber pasado varios días sin los sobresaltos que habíamos
tenido las semanas precedentes.
Y estos sobresaltos se muestran en nuestras fronteras, las
del sur, pero se fraguan a muchos kilómetros de ellas, mucho
más al sur, donde se elaboran, mentalmente unos y
económicamente otros, los pasos que hay que dar para llegar
al auténtico Edén, al Dorado, que tiene un precio demasiado
caro.
Y si aquí hemos respirado, durante los últimos días, un poco
más de calma, a otros niveles como puede ser en el Congreso
de los Diputados, por ejemplo, ha parecido que se iban
atemperando las posiciones, aunque, todavía, especialmente
en el núcleo duro de la oposición, que es por donde debiera
haber llegado la cordura, no hemos oído decir que este
problema que se manifiesta en Ceuta o en Melilla tendría que
abordarse a nivel de Estado, por todos, para dar los pasos
necesarios y convenientes y hacer ver, en las instancias
europeas, que todos estos problemas, también, atañen a la
propia Europa.
La casta política que es la más despreciable de todos los
grupos profesionales o artísticos, por ejemplo, desde hace
años viene mostrándose como una maldita casta insolidaria
que únicamente aspira a ocupar puestos claves en las
administraciones, sin lamentar que ha dejado, en la cuneta,
a muchos, antes de haber logrado acceder a esos cargos.
Y en España, con el problema de la inmigración, ahora del
sur, y en otros momentos del este, para nada han pensado los
unos o los otros que si no se implica Europa a la hora de
solucionar estos problemas, nosotros solos, nosotros por
nosotros mismos no podremos llegar a ninguna parte.
Ahora mismo, cuando todos sabemos que, en cualquier momento,
volverán los intentos de avalanchas a cualquiera de las
fronteras, si no se aborda esto con todos los grupos
políticos haciendo piña y con todos ellos, donde tienen
representación, mostrando su apoyo, si no se hace eso la
batalla está perdida.
En una doble perspectiva, en estos momentos, la primera de
las acciones es la de unirse sin resquebrajaduras, ya que
nos afecta a todos y, a continuación, hacer presión, cuanta
más mejor, a Europa para que desde esos otros organismos se
impliquen, ya que el Edén que buscan estos inmigrantes no es
Ceuta, no es Melilla, sino la Europa del bienestar.
Durante casi un mes, hemos estado dándole vueltas al mismo
problema con una sola imagen, la más dolorosa, la que se
quedó en la retina de todos, los 15 muertos, en tierras
marroquíes. Pero es que las muertes no han sido estas las
primeras, ni creo que vayan a ser las últimas, por
desgracia.
No hace demasiado tiempo, las imágenes de Lampedusa
recorrieron todo el mundo, habían muerto muchas docenas de
inmigrantes y curiosamente ahí, fuera del Papa, no apareció
ninguna voz piadosa, desde Europa, pidiendo
responsabilidades a nadie.
Aquí, en España, con la cantidad de cosas que hay que hacer
entre todos, lo primero que habrá que tener es dignidad para
poder llegar a un acuerdo y, entre todos, con Europa, dar la
mejor solución posible a estas avalanchas que se avecinan y
que llegarán cuando menos lo esperemos.
Y es que si no se corta, de raíz, frente a las mafias
organizadoras de todo esto, éste será el auténtico problema
de las próximas décadas.
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