Sería demasiado largo para un
titular eso de “en boca cerrada no entran moscas”, y es lo
que le pediríamos a Caballas, mejor dicho, a sus dos
“parlanchines” Mohamed Alí y Juan Luis Aróstegui.
Y es que se necesita tener “mala uva”, se necesita ver el
mundo al revés y se necesita, especialmente, ser egoístas y
líderes fracasados, para rechazar ahora, después de su
visita a Ceuta y a Melilla, el viaje del ministro del
Interior.
No sé qué asunto voy a tocar un día, desde el que no le
tenga que poner un “bozal” a Aróstegui, ese parlanchín
urdidor de fábulas, que intenta ser siempre el niño en un
bautizo, el novio en cualquier boda e incluso el muerto
cuando va a un entierro, si este entierro es de los que se
denominaban de primera.
Siempre pretende estar en la cresta de la ola y muchas veces
he pensado no volver a hacer mención a su verborrea o a sus
barrabasadas, pero cuando esa verborrea barata hace el daño
que ha podido hacer, por ejemplo, a la Guardia Civil, ni
puedo, ni debo quedarme en silencio para que él siga
berreando con todo y contra todo.
En cuanto a Mohamed Alí mejor es no hacerle caso, porque ya
debiera saber que sus junteras con Aróstegui sólo le han
acarreado descrédito y pérdida de confianza, incluso en su
propio grupo político.
Y he comenzado con estos dos sujetos, porque sus palabras o
su comunicado en el que dicen que: “La visita del ministro a
Ceuta sólo trata de callar bocas”. Y pueden tener razón, en
una sola cosa, en que sean ellos, tras esa visita, los que
no vuelvan a hablar, para no romper la sana convivencia como
la intentan romper, con todo lo que tocan, pero muy
especialmente, en el problema del último mes, con esos
intentos masivos de subsaharianos.
Ceuta, como puede ocurrir con Badajoz, con Palencia, con
Algeciras o con Malpartida de Plasencia, en muchas ocasiones
ha reclamado que se prestara atención a sus necesidades y a
su situación, constantemente con problemas externos y ahora,
precisamente ahora, cuando el problema es duro, de verdad,
para intentar mitigar, no digo que erradicar, el problema,
es el propio ministro del ramo el que viene, el que recorre,
palmo a palmo, los dominios ceutíes, el que quiere conocer y
conoce toda la situación, que intentará mejorar, y ante eso,
este par de charlatanes de feria consideran que esa visita
del ministro es para que no se hable y para ser cómplices y
ocultar la verdad.
¿De qué verdad están hablando?. La auténtica verdad es que
ha habido varios intentos de entradas masivas, que de
haberse producido, cualquiera sabe cuales hubieran sido las
consecuencias para Ceuta. La auténtica verdad es que, para
impedir esas entradas, la Guardia Civil se estuvo jugando el
tipo y muy claramente, y la verdad más auténtica es que
muchos de esos guardias civiles tienen mujer, tienen hijos,
tienen madre o tienen hermanos que están soportando, ahora
más que nunca, el peligro que estos miembros de la Guardia
Civil corren al tratar de frenar esas avalanchas.
Todavía, a esta pareja de charlatanes más que de feria de
“mercadillo” no les he oído dos palabras seguidas de
gratitud o de valoración hacia la Guardia Civil y ahora,
cuando es el mismo ministro el que viene a dar apoyo, a
tratar de mejorar, en algo, el trabajo de estos hombres y
mujeres, se tilda de visita de intento de ocultar la verdad.
Realmente, en un país serio, sujetos de este tipo tendrían
que haber recibido su auténtico merecido, en casos como
este.
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