La defensa de Pedro Gordillo planteó, desde el primer
momento, el carácter ilícito e ilegal de las imágenes objeto
de polémica por su contenido sexual. Alegó Martínez Selva
que contravenían un Derecho Fundamental amparado en la
Constitución –como el derecho a la imagen-, por lo que
indicó que se trataba de “una prueba viciada” y solicitó la
nulidad de la misma por obtener5se de manera fraudulenta y
sin consentimiento del afectado.
Durante la declaración de Sineb Ahmed Mohamed, al ser
preguntada si le pidió permiso a Pedro Gordillo para
grabarle, contestó: “No le pedí permiso para grabar lo que
me hacía, como él tampoco me lo pidió para hacerme lo que me
hizo”.
La Defensa de Gordillo se basó, inicialmente, el los
informes de los peritos, sobre las pocas garantías de no
haber sido manipulado el teléfono y las dudas que recaían
sobre la cadena de custodia de las pruebas.
Martínez Selva incidió en el hecho de que un teléfono marca
Nokia modelo 8.60D podía haberse utilizado con distintos
aparatos, ya que en el teléfono no había ninguno de los
archivo que contenía el CD y la grabación del mismo, nunca
es la grabación original. Se basaba la Defensa en la
denominada “doctrina de los frutos del árbol prohibido”, por
el que se considera que si se contamina una fruta su cosecha
está contaminada.
Se produjo un receso por parte del Tribunal para deliberar
sobre estos extremos. Durante cerca de tres cuartos de hora,
debatieron la impugnación de la Defensa de Gordillo, período
que inquietó a la acusación particular y esperanzó a la
Defensa en una decisión favorable para sus intereses.
El Fiscal siempre entendió que en la relación entre Gordillo
y su denunciante siempre se aprecia un trato de afabilidad y
no de agresión sexual, porque no hubo violencia en ningún
momento. Es más, el propio presidente del Tribunal, Fernando
Tesón interrogó a la denunciante sobre la posibilidad de que
si no podía “zafarse” de Pedro Gordillo, a lo que la
afectada repuso que, en esos momentos, apenas podía
respirar, se sentía asqueada y se encontraba temerosa.
“Era fuerza, miedo, es que no me lo creía –dijo-. Me siento
ridícula e impotente ¿Opciones? Pude salir corriendo
gritando por los pasillos. ¿Le doy un bocado y es un delito
y lo castro para toda la vida?”, se preguntó ella misma.
El Tribunal, tras debatir en privado la nulidad que
planteaba Martínez Selva, resolvió que “no ha lugar a la
misma”, apuntando como razones que el problema de la cadena
de custodia de las pruebas “se trata de fiabilidad y no de
valoración; se estudiará posterior mente”, dijo Fernando
Tesón, quien también añadió: “No cabe la nulidad de la
prueba de grabación porque no contraviene el secreto de
comunicación, ni afecta al derecho a la imagen con tal medio
probatorio a efectos de valorar un delito público”.
Se aludió a ofrecimientos de trabajo de Pedro Gordillo a la
denunciante en las Brigadas Verdes, hecho que nunca se
produjo. También de un ofrecimiento de una vivienda de
Protección Oficial en el Sarchal, hecho que tampoco se
culminó. Otro ofrecimiento de trabajo en Amgevicesa, que
tampoco lo obtuvo.
En la primera ocasión que, según la denunciante Gordillo se
despidió de ella, besándola en la boca, ésta dijo que “me
hice la tonta y no le di importancia”. Ante las reiteradas
preguntas del Fiscal, sobre las razones de repetir las citas
a las que era convocada por Gordillo, la denunciante dijo
que siempre acudía porque iba buscando una vivienda y un
empleo, que resolvieran sus “problemas”.
El Fiscal siempre mantuvo que las relaciones fueron
continuadas y consentidas, sin que la denunciante obtuviera
contraprestación alguna. De ahí que pidiera la libre
absolución para Pedro Gordillo, quien siempre mantuvo que se
sintió provocado. Y al ser preguntado cómo, aludió a fiestas
a las que acudía a Marruecos la denunciante donde tenía r
elaciones, además de que siempre acudió a las citas solas,
cuando lo más habitual hubiera sido que fuera con una prima,
una sobrina o algún familiar. “El tipo de relación –dijo
Gordillo-, siempre la eligió ella y la felación era la forma
en la que me podía grabar”.
“Ella lo quería y lo consentía”, dijo Gordillo para
justificar la conducta de su denunciante.”No admitió otro
tipo de relación”, insistió. “Si la primera vez no le
hubiera interesado, no habría acudido tantas veces; le
interesaba grabarme”, manifestó Gordillo.
“Con nadie he usado la violencia, ni la coacción. La
insinuación partió de ella. Yo no tenía facultad para dar
empleo o vivienda”, dijo el acusado. Y en un caso, el propio
Pedro Gordillo dijo que él mismo firmó un documento en el
que suscribía que no reunía los requisitos para unas
pruebas.
Por parte de la denunciante hubo algunos olvidos,
justificándolos por la medicación que venía siguiendo “para
olvidar”. Al ser preguntada sobre pruebas de violencia,
Sineb Ahmed aludió a que era sujetada de la cabeza, por la
zona de la nuca, pero nunca fue contundente en afirmar que
sufrió violencia en las acciones.
Al ser preguntada la denunciante “¿no le parecía peligroso
meterse en la boca del lobo teniendo los antecedentes de
otras ocasiones?”, para conocer el porqué reiteró las
visitas al denunciado, contestó que “no, fui al médico con
depresión. La medicación me impedía discernir”.
Al ser preguntada por el Tribunal la denunciante no supo
contestar acerca de quién tuvo la idea de grabar a Pedro
Gordillo: ella o su primo guardia civil.
La grabación se hizo en dos ocasiones distintas, con un
período de dos o tres meses, ya que la primera, según
manifestación de la denunciante, no tenía nitidez de
imágenes, lo que evidencia la intencionalidad y el objeto de
“encerrona” para “cazar” al expolítico.
Sineb Ahmed concluyó reconociendo que la denuncia fue
consecuencia de no recuperar el CD que cedió para que lo
visionaran Juan Vivas y varios consejeros y por el hecho de
que el borraron la grabación del móvil, tras entregarlo
porque, a requerimiento de Juan Vivas, éste decía no creerse
las secuencias si no las veía en el teléfono móvil.
Cuando le dijeron que no volviera más por el Ayuntamiento a
reclamar lo que ella entendía que era suyo, Sineb Ahmed dijo
que Vivas no creyera que el Ayuntamiento se lo había dejado
su padre en herencia.
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