La vista oral para juzgar a Pedro
Gordillo sobre la denuncia presentada en 2009 por Sineb
Ahmed por un presunto delito de abuso sexual, que para el
Ministerio Fiscal no es tal y que para la acusación
particular supone la solicitud de 5 años de prisión, tiene
lugar mañana en la Sala Sexta de la Audiencia de Cádiz en
Ceuta, con más visos de juicio mediático -de hecho fueron
muchos los medios que lapidaron a Pedro Gordillo-, y
contubernio político que de agresión sexual, porque el
propio fiscal consideraba que se trataba de unas relaciones
consentidas por dos personas adultas. Sin embargo, la propia
entrega de la grabación a Juan Vivas “para que se quitara de
en medio a Gordillo”, es explícitamente como brindar un
motivo de alianza secreta y reprochable contra el entonces
vicepresidente del Gobierno local y presidente del PP de
Ceuta, primando la cuestión política a la del agravio moral
femenino.
Se antepuso el escándalo público y forzar la dimisión
política sin que hubiera, ni tan siquiera, imputación
judicial de delito, ni acusación del juez ni mucho menos
condena por parte de los Tribunales. La “condena” en este
caso, fue del propio presidente de la Ciudad erigido en juez
y parte y de los timoratos escandalizados en su moral
personal. Un presidente Vivas tan sensible en este caso y
tan condescendiente con miembros de su actual Gobierno en
los Tribunales acusados de presunta prevaricación y que
mantienen en sus puestos sin problemas. Quiere decirse que a
Pedro Gordillo se le aplicó el juicio sumarísimo de la
decisión política, sin tener en cuenta la presunción de
inocencia a la que tanto se aboga cuando en el Gobierno
Vivas se quiere mantener a acusados en sus puestos. La gran
farsa que llevó a forzar la dimisión de Gordillo es la peor
condena a las tropelías cometidas.
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