Desde que a finales del pasado mes de agosto el Gobierno de
Vivas decidiera rescindir el servicio a la empresa Arasti
Barca, aún es ésta quien, pese a ser acusada de
incumplimientos, todavía permanece desarrollando allí su
trabajo en la Escuela Infantil de Juan XXIII.
En este sentido, el pasado 27 de agosto el portavoz del
Ejecutivo local anunció que el Gobierno había decidido
rescindir el contrato con la actual gestora de la escuela de
infantil ‘La Pecera’. Además, informó de que había ordenado
la redacción de un informe al equipo técnico de Hacienda
para tratar los “presuntos incumplimientos del contrato por
parte de la empresa Arasti Barca”, como podría ser la “no
contratación” de personal que se comprometió cuando se firmó
la relación contractual. También aseguró que el objetivo es
que la adjudicación, siguiendo los plazos normales, tiene
que estar “absolutamente resuelta en dos meses”.
Pero la realidad es que ya han transcurrido seis meses y la
empresa ‘Arasti Barca’ continua con el servicio. Una
situación tan grotesca como controvertida, ya que, por fas o
por nefas, lo cierto es que las vicisitudes que desde
entonces se han originado con el rechazo de los servicios de
Contratación al Pliego de Condiciones que se les ha ido
presentando por la Consejería de Edcucación, ha supuesto
mantener en las tareas a quienes no se consideraban válidos
para ejercerlas. ¿Cabe mayor desatino?
A la espera “sinne die” que el contrato de adjudicación de
la Escuela Infantil “la Pecera” de Juan XXIII salga a
concurso, el Pliego de Condiciones parece que se “atasca” en
Contratación porque no va bien cumplimentado por la
Consejería que gestiona Mabel Deu; en una primera ocasión
fue devuelto ya que la documentación aportada al área de
contratación era “incompleta, incorrecta y errónea”, como
denunció Caballas el pasado 5 de noviembre. Y en una segunda
y reciente oportunidad, por el envío por parte de Educación
de dos proyectos de explotación para la gestión del servicio
público educativo. En este sentido, según resaltaba Fátima
Ahmed, el primero de ellos, de fecha 22/10/2013, aparece
redactado y firmado por un técnico y a la vez, existe un
segundo pliego de fecha 23/10/2013, firmado por dos técnicos
distintos del firmante del primero de ellos, sin
especificarse, de ninguna manera, si son complementarios, o
se subsanan en lo sucesivo, si no que han sido remitidos
como dos documentos independientes a Hacienda.
Así las cosas, la misma empresa Arasti Barca a la que se
defenestró oficialmente por realizar un mal servicio –aunque
obligada a mantenerlo mientras no se adjudicara nuevamente-,
aún permanece efectuándolo, mientras el tiempo va
transcurriendo y, en realidad, el efecto que se pretendía de
procurar que fuera otra empresa con mejores garantías de
funcionamiento no se ha logrado, ya que o bien la dejadez,
la parsimonia o alguna intención oculta de ralentizar el
proceso, ha llevado a que éste se prolongue en el tiempo,
con una u otra excusa que parece nimia.
Resulta indiscutible que, cuando no se quieren hacer bien
las cosas, se enredan conformándose una madeja de
despropósitos inusual, desde un punto de vista razonable. Y
parece difícil de explicar cómo no se ha actuado aquí con la
diligencia que se ha tenido, por ejemplo, en las obras de
remodelación de la Marina, cuando se sacó a licitación la
obra, se celebraron las Mesas de Contratación y ahora,
pendientes de resolver las bajas temerarias, ya se encuentra
en su recta final el procedimiento administrativo.
“La Pecera” parece que está viciada desde un principio y ya
en dos ocasiones se ha “ahogado” en los servicios de
Contratación, que ha impedido que saliera adelante el Pliego
de Condiciones para la convocatoria del concurso de
adjudicación por “errores” subsanables de la Consejería de
Mabel Deu pero que parecen más embrollados de la cuenta.
Podría pensarse que, hasta hay alguna “mano negra” que
pudiera estar interfiriendo el normal desarrollo de este
procedimiento que, en principio, no parece tan complejo como
se quiere hacer ver. ¿Hay algún interés especial en mantener
el “estatus quo” en la prestación del servicio y en no
acelerar el proceso de concurso para la adjudicación?
No se entiende muy bien que se prolongue “artificialmente”
en el tiempo una situación que se consideraba ya caducada
desde finales de agosto. En seis meses hay tiempo para
mucho, a no ser que “alguien” tenga interés en hacernos ver
que, en este caso, se trata de la obra del Escorial.
¡Cualquiera sabe en qué embrollo estamos metidos!
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