El martes, 13 de julio de 2004, a
las 22,00 horas, estaba programado que el maestro de la
guitarra flamenca, Francisco Sánchez Gómez, conocido
universalmente como Paco de Lucía, ofreciera un concierto en
el IV Festival Internacional de Música de Jimena de la
Frontera. Dos horas antes de que diera comienzo, me
encontraba en las puertas de su camerino. Encontrándose por
las inmediaciones sus cantaores, músicos y Ramón de
Algeciras hermano del monstruo de La Bajadilla, al que me
dirigí por si quería facilitarme el acceso hasta el genio
algecireño. Indicándole que era para saludarlo y para
dedicarle mi último libro titulado Arte y lamentos taurinos.
Contestándome que se encontraba un poco nervioso y estaba
preparándose para el concierto.
Ramón entró, y no habiendo transcurrido escasos minutos,
abrió las puertas indicándome que pasara. Me situé en el
centro de las mismas, reinando en su interior un inmaculado
silencio, donde no se percibía la respiración de los
ángeles. A escasos cinco metros se encontraba Paco de Lucía
sentado en una silla de anea tocando la guitarra, vistiendo
pantalón y camisa vaquera. Su mirada se clavo en la mía y le
pedí permiso para llegar hasta él. Y con voz andaluza de
pura cepa me contestó: “Adelante, por favor”.
En esos segundos mi cuerpo sentía unas sensaciones difíciles
de narrar, porque había deseado encontrarme en esa situación
desde mediados de los años sesenta, que fue la última vez
que bebí de sus fuentes directamente, cuando de jóvenes
jugábamos unas pachanguitas al fútbol por las inmediaciones
del Hotel Bahía de la playa del Rinconcillo de Algeciras,
playa enclavada en el corazón de este pueblo especial, donde
muchos parece que fuimos amamantados con vinagre. Porque
aquí nadie es profeta en su tierra, porque las envidias y
zancadillas están sembradas por sus calles y plazas mucho
antes de que Almanzor perdiera el tambor del rumbo de al-Andalus.
Pero debido al embrujo de este rincón especial, Algeciras y
su Bahía, fueron y son cuna y fuente de inspiración para el
maestro Paco de Lucía, Ramón de Algeciras, Pepe de Lucía,
Camarón de la Isla, Alejandro Sanz, Miguel Mateo Miguelín y
otros tantos escritores, poetas, músicos, cantaores,
toreros… nacidos en la universidad de la vida.
Cuando llegué hasta él, comencé a explicarle algo sobre el
libro. Y el Dios de los maestros del cante y del baile me
miraba fijamente, no dejando en ningún momento de acariciar
su guitarra, haciendo reír y llorar a las cuerdas de la
misma. Costándome un mundo terminar de escribir la
dedicatoria, porque estaba más pendiente de lo que me estaba
regalando sus dedos que de lo que le escribía. Pero lo
finalicé y se lo entregué, dándome las gracias y un apretón
de mano, siendo el único momento que dejó de tocar.
En el exterior me senté con algunos componentes de la
organización y artistas que le acompañaban en la gira,
comunicándome uno de ellos en la charla que manteníamos lo
siguiente: “Poco antes de que entraras, le han comunicado
que le habían concedido el premio Príncipe de Asturias y los
teléfonos no dejan de sonar”.
Inmediatamente después, comencé a analizar ese momento
cumbre para cualquier ser humano, cuando le comunican la
concesión de tan digno y prestigioso galardón. Creyendo que
a otros me los hubiera encontrado saltando de alegría y el
camerino abarrotado de gente; pero al maestro Paco de Lucía
me lo encontré como si estuviera en un retiro espiritual y
en su rostro no exteriorizaba lo que le acabada de acontecer
con tan digno reconocimiento.
La guitarra flamenca ha sido su compañera de viaje desde su
más humilde infancia. Y desde los ochos años extrae de sus
entrañas ocultas e invisibles, los sonidos jamás imaginados
por cultos con títulos universitarios o con certificados
expedidos por el anterior régimen y los actuales
democráticos. Gracias, maestro Paco de Lucía.
Esta tribuna, fue publicada en diferentes medios de
comunicación donde colaboraba por entonces, entre ellos, en
El Faro Información, el 22 de julio de 2004... Y meses
después, el 19 de septiembre de ese año, me desplacé hasta
Logroño, donde el maestro daba un concierto con motivo de la
inauguración del nuevo auditorium. Estando con él antes y
después de su magistral lección, firmándome varias
fotografías. También asistí a su concierto celebrado en la
plaza de toros de Jerez en agosto de 2010 y a otros, de los
que realicé diferentes reportajes periodísticos, siendo
publicados en diferentes medios… Lamentablemente, el maestro
falleció el pasado 26 de febrero de 2014. Descanse en paz.
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