El delegado del Gobierno,
Francisco Antonio González, ha dicho: “En España se
protegen las fronteras para que en el norte estén cómodos”.
Es la respuesta que le ha dedicado a las declaraciones
hechas por Cecilia Malmströn, comisaria europea de
Interior, contra la forma de proceder que se tuvo con los
inmigrantes que querían llegar nadando a suelo español.
El delegado del Gobierno, que yo sepa, había mantenido hasta
ahora un silencio sepulcral en relación con una tragedia en
la que perdieron la vida muchas personas. Drama ocurrido un
6 de febrero y que forma ya parte de la historia negra de
esta ciudad. De una ciudad que seguirá viéndose asediada por
innumerables africanos que buscan desesperadamente hallar
cobijo en un mundo que ellos consideran que es mejor. Y,
desde luego, así debe ser cuando son capaces de arriesgar la
vida en el empeño.
El delegado del Gobierno, pasado los momentos peores que se
han vivido por la repercusión que ha tenido y está teniendo
el terrible desenlace, creo que empieza a dar señales de
vida. Si bien antes de contestarle a la sueca de marras ya
había defendido la permanencia en su puesto del teniente
coronel de la Guardia Civil. Como no podía ser de otra
manera.
A partir de ahora, es decir, cuando las desgraciadas aguas
de las peores noticias se vayan calmando, y principien a
implantarse las soluciones fronterizas necesarias en forma
de medios y estructuras –que es lo verdaderamente
primordial-, también le convendría al delegado del Gobierno
pensar detenidamente en cómo el principal dirigente de la
coalición Caballas se ha comportado en un asunto en que el
nombre de Ceuta llegaba hasta los últimos confines de la
Tierra.
El principal dirigente de la coalición Caballas, Juan
Luis Aróstegui, por más que esté en su perfecto derecho
de haber opinado y de continuar haciéndolo, de cuanto él
crea que aconteció el 6 de febrero, funesto día para los
ceutíes, no es menos cierto que en el programa ‘Al rojo
vivo’, de la Cuatro Televisión, quizá superado por unos
minutos de gloria, evidenció la animadversión que siente por
Ceuta.
Odio cerval que pudo exhibir aún más si le hubieran
concedido la oportunidad de seguir largando contra todo lo
habido y por haber de un lugar donde no creo que le haya ido
mal en ningún aspecto. Sus actuaciones, por más que a veces
sean ajustadas a derecho, rebozan resentimiento, tirria
manifiesta, aborrecimiento hacia todo lo que se mueve a su
alrededor. A no ser que alrededor suya haya alguien con
quien antes haya pactado lo indecible para bien de ambos.
Es ya un secreto a voces que su amistad (de íntima la
califican ellos; ellos son, como ustedes ya saben, y si no
yo se lo digo, nuestro alcalde y el principal dirigente de
Caballas) con Juan Vivas ha llegado al extremo de que
la andan anteponiendo incluso a cuestiones políticas que en
nada benefician al partido gobernante.
Tal es así que en la calle corre el rumor insistente de que
en el Ayuntamiento se hace lo que quiere el alcalde, sin
duda alguna; pero siempre y cuando su deseo vaya precedido
por el sí de su amigo del alma: Aróstegui.
Por consiguiente, y aunque parezca que la cosa carece de
importancia, ¿acaso no sería conveniente que el delegado del
Gobierno, así como quien no quiere la cosa, cuando comience
a respirar nuevamente, trate de ahondar en un asunto que
huele a…?
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