En la propia televisión y en los
momentos que más dificultades parece que se encuentran, en
la calle y, no digamos, en las estancias oficiales. No suelo
ver la televisión con mucha frecuencia, porque ver un
programa en el que cualquier personaje sale ahí vendiendo
sus propias intimidades me da asco. Tampoco veo esas series
en las que abunda la violencia y la sangre, especialmente
porque las prácticas violentas van en contra de mis
principios. Así pues, con tanto recorte, no me queda mucho
camino por recorrer en el ámbito televisivo y todavía menos
cuando uno ve que los informativos son cada vez menos
creíbles, al tirar cada una de las cadenas de televisión
para su pesebre, de una manera descarada, por tanto, para
ver opinión y no información me quedo con mis propias
creencias.
Llegando a esto no nos queda mucho por ver en la pantalla
televisiva y eso es lo que ha hecho que, en varias
ocasiones, por la tarde, haya sintonizado, aunque por poco
rato, con la primera cadena de TVE y allí me he encontrado
con un programa solidario que se hace todavía más solidario
gracias al temple, al tino y a la entrega, de verdad, de una
sanluqueña que, en estos momentos puede considerarse el
paradigma de las presentadoras, por su entrega, durante las
tres horas que está en pantalla. Es un programa en el que no
engañan, no embaucan, no hay sangre y las cosas más íntimas
de los padres o las madres así como todo lo de los hermanos
enfrentados no sale a escena. La idea de ese programa:”Entre
todos”, puede que sea vista desde muy variadas perspectivas,
pero el objetivo está muy claro, consiste en ayudar a gentes
que lo están pasando mal. Esa es la realidad. Y me podrán
decir que lo que soluciona es algo así como poner de regadío
el desierto, con un botijo de agua. Puede ser, pero esas
150, si es que no más, familias que han solucionado sus
problemas económicos familiares, gracias a la colaboración
de las gentes, eso ya es algo positivo. Y lo es más todavía
cuando las llamadas para ayudar son espontáneas y aportando
lo que tienen.
Merece la pena, y la merece porque ahí entra en juego la
generosidad de las gentes, el corazón tocado por unas
necesidades, cuando los verdaderos responsables de estos
desaguisados se conforman con “tirarse” los trastos a la
cabeza y al final de la pelotera la última frase es:”Y tú
más”. A eso es a lo que llegan, a eso en nuestra etapa de
niños llegábamos nosotros tras un largo alboroto, con el que
se sentaba al lado de tu pupitre.
Por tanto y porque ya he oído, en alguna otra cadena, poner
a “caer de un burro” a la presentadora y al programa, lo
primero que hay que ver es que en programas de este tipo, si
sale a la luz algo, eso es, únicamente, las necesidades de
la gentes, necesidades que se intentan paliar.
Aquí no hay engaños, no se trata de confundir a los
telespectadores y no se hace pasar un mal rato a nadie, cosa
que no han logrado otros programas, como ocurrió el pasado
día 23 en la sexta cuando, con todo el mal gusto que se
puede añadir a una información, se quiso presentar y se
presentó, inicialmente, el “tejerazo” como si hubiera sido
un sainete de Arniches, en el centro de la capital de
España. Eso parece que tuvo mucha audiencia, pero pocos de
los que lo pasaron mal aquel día con los hechos que se
dieron en el Congreso de los Diputados estarán dispuestos a
darle un premio de honor al revisar lo que fue ese programa.
Las raíces de lo que es la solidaridad de España aparecen
aquí, sin tener que recurrir a la España profunda de Puerto
Urraco, ni a nada parecido. Programas como “Entre nosotros”
no informan, es cierto, pero tampoco desinforman y ayudan,
además, a ser solidario en unos tiempos en los que la
avaricia y la desnudez mental aparece por todas partes.
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