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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE FEBRERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

El franquito que lleva dentro
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La reciente visita de nuestro alcalde a Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, le está sirviendo para decirnos que él ha ido al ministerio a la búsqueda de mucho dinero para acometer una tarea ingente: la reforma de la frontera. De la que Susana Román se ha encargado ya de propalar que sería una obra descomunal. Un trabajo faraónico.

Pero antes de que en la sesión plenaria interviniera la consejera de Fomento, haciéndonos ver lo bien que ha aprovechado nuestro alcalde lo acontecido en la frontera, el seis de febrero, hemos tenido que soportar un debate entre el dirigente de Caballas y la portavoz del Gobierno.

En plena controversia, discusión aparentemente agria, para divertir a la galería y evitar suspicacias, Juan Luis Aróstegui y Yolanda Bel me han recordado lo que reza: “Los hombres que moralizan suelen ser unos hipócritas, las mujeres que lo hacen son indudablemente feas”.

En este caso, me corresponde decir, porque es de justicia, que YB no cumple con el requisito de la famosa cita adjudicada a Oscar Wilde. Puesto que la portavoz, pese a que lleva ya mucho tiempo dando camballadas políticas, que están causándole cierto deterioro físico, aún conserva garabato suficiente como para que sus más rendidos admiradores -y admiradoras: no vaya a ser que me tachen de misógino- sigan suspirando por ella a cada paso.

Al margen de ese buen palmito femenino que luce la consejera YB, tampoco careció esta vez de desparpajo cuando acusó al dirigente de la coalición Caballas, poco más o menos, de padecer un extraño fenómeno de introyección que le lleva a adoptar el lenguaje y las actitudes de Francisco Franco. Nombre que no se le cae de la boca en ningún momento. Como si estuviera obsesionado con él.

En ese momento, por más que la consejera de Presidencia, Gobernación y Empleo, portavoz y no sé cuántas cosas más, no me pueda ver ni en pintura, se me ocurrió gritarle tres hurras, tres bravos, tres expresiones inconfesables, con tan grande tono de voz, que hasta mi perro, todo asustado, salió corriendo a refugiarse en su rincón de seguridad.

Sí, la portavoz del Gobierno, no creo que asesorada por Juan Vivas, dio en la diana: el dirigente de Caballas tiene un franquito dentro que le impide ser feliz. Siempre lo ha tenido. Y siempre ha tratado de asesinarlo. Aunque, por más empeño que haya puesto y siga poniendo, es quehacer baldío. Y no será porque el buen hombre no lo haya intentado: rebelde sin causa durante su adolescencia, pronto se disfrazó de Che Guevara; abrazó el comunismo y terminó siendo el mayor vocero de la socialdemocracia. Y, al paso que va, podría hasta terminar sus días siendo del PP. Lo que no consiga Vivas…

Cierto, lleva usted razón, toda la razón del mundo…: es muy bueno y saludable que las personas evolucionen en todos los sentidos. Y, primordialmente, en las ideas políticas. No hay mejor ejemplo que el de nuestro alcalde: que hablaba de socialismo a todas horas con nuestro siempre recordado Fructuoso Miaja. Quien llegó a decir en el Rincón del Hotel La Muralla que Vivas estaba, incluso, varios escalones por encima de la izquierda del PSOE.

Del pleno cabe destacar –también- cómo se están aprovechando los políticos de las desgracias ocurridas el seis de febrero. Ahondando en la herida de una tragedia para ganar adeptos. Ah, olvídense ya, de una vez por todas, de la Guardia Civil. ¡Basta ya!
 

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