Finales de febrero, vísperas de
carnaval y estado de la Nación, todo ello emparejado y,
mientras tanto, las cosas como estaban.
Bueno, es un decir, porque depende a quien oigas para que te
digan que esto no se levanta, que se va empobreciendo más el
personal o, en la parte contraria, donde oirás que brotes
verdes son ya auténticas praderas.
Más de lo mismo en el terreno político, con dos primeros
espadas que quieren hacer la “faena” de la feria, pero que
uno tiene que lidiar un Miura de seis años, y el otro un
Pablo Romero descastado.
Al final, división de opiniones, porque ambos hicieron
“faena de aliño” y ninguno manejó bien “los aceros”.
Con todo y con eso, puestos a elegir me quedo con Rajoy,
porque ha sido quien ha tenido que “bailar con la más fea”,
y ya es más que suficiente que en estos dos años haya tenido
el temple suficiente para soportar que, en unas ocasiones
los sindicatos de clase, en otras los izquierdosos
resentidos y por si fuera poco, en la zona del noreste nos
sale “Conveniencia y Unción” para decir que ellos tiran al
monte.
Desde hace mucho tiempo he dicho y he escrito que no me
terminaba de agradar la postura de Rajoy, a pesar del
paisanaje, al menos cuando él era niño, y es que, a mí, con
Rajoy nunca me tocó nada bueno de la tarta y menos mal a que
mi profesión no depende “exactamente” de él, que si no,
apañaos íbamos a estar.
Con todo, y siendo realistas prefiero el talante, a veces
indeciso, de Rajoy, a la desvergüenza constante de Rubalcaba,
porque ya hay que tener cara, y poco sentido de lo que ha
sido y de lo que aspira a ser, para salir con demagogias, en
cada una de sus comparecencias y hacer creer a la clientela
que está predicando el evangelio.
A pesar de los aplausos, en la grada de los “rogelios”,
Rubalcaba volvió a ser el demagogo de siempre y volvió a
demostrar que todos los que viven y han vivido de la
política en los últimos 40 años él es el ser que menos está
mirando porque se llegue a un acuerdo entre todas las
facciones políticas, dejando de lado las siglas y tratando
de lograr la auténtica unidad.
En ese “mano a mano”, aunque jugaba con ventaja, perdió el
partido.
Y he dicho mano a mano, cuando en el cartel había otros
“espadas”, claro que, tras estos dos, los otros eran, si
acaso, los mulilleros o los areneros.
El de “Conveniencia y Unción”, manda “güevos”, hablaba de
diálogo, cuando ha sido su iluminado Arturo el que ha
encendido la mecha y ahora no sabe como apagar el incendio
que ha provocado. Aquí está claro, ante la que se nos
avecina, lo que quieren es sacar más dinero, que si Rajoy
tiene dignidad, y creo que la tiene, no se lo debe dar.
Por lo que se refiere a los otros, el que Cayo Lara sea la
cabeza visible de los comunistas y otros parientes ya nos da
la idea de la talla política que hay en un parlamento en el
que hacen y deshacen media docena de sujetos, en tanto que
los demás van a apretar el botón.
Todo ,lo demás sirve, si acaso, para llenar un poco más la
papelera. Y ante tanta incompetencia, esos dos días podrían
haberse dedicado a algo más positivo que hablar por hablar.
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