La sesión de Pleno de hoy lleva
una concertación de crédito por importe de 6,5 millones de
euros, como primer fraccionamiento de pago de los cuatro
previstos para afrontar los 26,5 millones de euros del nuevo
Campus Universitario. Un montante económico que, con
intereses de demora y gastos de financiación se va a situar
por encima de los 30 millones. Un juego diabólico éste, de
esconder los números o tratar de camuflar en
fraccionamientos de pago deudas importantes, prolongando el
endeudamiento durante muchos años y condicionando la
capacidad económica de la institución.
La dinámica de enmarañar las cuentas, de intentar ocultar
deudas y recurrir con excesiva frecuencia a los préstamos,
viene generando unas cantidades en intereses verdaderamente
escalofriantes. Si ésta es la manera de manejar la economía
institucional, la ruta emprendida no parece la más acertada.
Y ese afán de jugar con los números de aparentar lo que no
es, de mostrarnos superavit cuando hay deudas, es una forma
de confundir al ciudadano, a quien hay que contarle toda la
verdad. Por ejemplo, en los 6,5 millones solicitados del
primer préstamo para pagar los 26,5 millones del Campus, hay
que abonar algo más de un millón de euros en intereses,
durante los dos primeros años de los ocho en los que se
suscribe el préstamo, solo se pagan intereses y en los seis
años posteriores, amortización. Pero que, al año siguiente,
en 2015 hay otro préstamo que corresponde al segundo pago
fraccionado del Campus, con la misma tónica de carencia
bianual y amortizaciones de seis años. Así hasta en dos
ocasiones más, con lo que se prolonga la deuda a amortizar a
varias legislaturas. ¿Se pagarán también intereses a las
empresas constructoras? ¿Cómo se puede condicionar tanto la
capacidad económica de quienes gobiernen la Ciudad en 12
años? Una locura.
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