Llama la atención en la tragedia del 6 de febrero que la
recuperación de los 15 cadáveres se prolongara durante 10
días, hasta el sábado día 15, cuando aparecieron los últimos
dos en aguas españolas de Ceuta. Nueve se sacaron en la
orilla marroquí el primer día, y lo mismo se podría haber
hecho con los otros cinco, pues habían quedado a pocos
metros de profundidad en una zona segura, en la playa del
lado marroquí de la frontera del Tarajal, cerca de la valla
y el espigón que la delimitan.
La Guardia Civil ofreció a las autoridades marroquíes un
equipo de buceadores de los GEAS y una embarcación para
sacar de forma inmediata esos cinco cuerpos hundidos, pero
sus interlocutores no aceptaron la ayuda, según han contado
a EL MUNDO fuentes oficiales españolas. En vez de enviar a
sus propios buzos para rescatar los cuerpos, las autoridades
marroquíes dejaron pasar el tiempo y que fueran saliendo por
sí mismos a flote al descomponerse, “esperando que la
corriente cambiara y los arrastrara al lado español”.
Efectivamente, el viento de poniente o vendaval empuja hacia
Ceuta, y así esos cuerpos fueron apareciendo en días
distintos en la orilla española. En Ceuta sospechan que sus
vecinos actuaron así para «quitarse problemas» de encima.
Sobre la tragedia ocurrida, aunque evitando referirse a esta
situación concreta para no “intervenir en un caso
particular”, se pronunció la vicepresidenta de la Comisión
Europea. Viviane Reding reclamó una reforma de las leyes
europeas sobre extranjería que apueste por un modelo “más
solidario”, en el que no sólo los países del sur tengan que
soportar “las consecuencias de la presión de la inmigración
ilegal”.
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