El viernes participé en algunos
corrillos de los que se forman en los bares de la calle
Jáudenes. Los corrillos de los bares no son como los que se
forman en los cócteles y donde uno puede deambular de un
lado a otro. Aunque tampoco carecen de interés.
En los corrillos se trata de estar simpáticos y amenos,
comedidos, en el límite de la espontaneidad. Y yo estoy de
acuerdo con lo dicho por Salvador Pániker: filósofo,
escritor, ingeniero y muchas cosas más. Pero no crean que
resulta tarea fácil cumplir a rajatabla con tales
requisitos.
Participé, como ya he dicho en el primer párrafo, como
contertulio en diferentes grupos y debo confesar que me lo
pasé muy bien. Sobre todo, y perdón por la publicidad,
porque pude comprobar, una vez más, que la gente está al
tanto de todo lo que publica este periódico. Y, por
supuesto, nadie desconoce el maltrato que se nos viene
dispensando por parte de la autoridad competente.
De la autoridad competente, es decir, de nuestro alcalde, se
habla mal. Cada vez son más las personas que opinan que
debería ir pensando en darse el piro. En dejar el cargo y
marcharse, durante una temporada, lo más lejos posible de
aquí. A ser posible, allá donde el viento da la vuelta.
Donde el viento da la vuelta podría ser, un suponé, en La
Rioja. Tierra de la que nuestro alcalde parece ser que se
prendó durante una visita que hizo a sus viñedos y bodegas.
Lo cual ocurrió hace ya mucho tiempo y desde entonces sueña
con establecerse en uno de los municipios del lugar. Y es
que donde hay dinero…
En una de las tertulias, no sé si fue en El Mentidero, en la
Esquina Ibérica o en Pedr’os, salió a relucir cómo nuestro
alcalde y Francisco Márquez serán testigos el 4 de
marzo en el juicio que se va a celebrar por el archiconocido
‘caso Gordillo’.
Y, tras varios pareceres al respecto del asunto que un buen
día de octubre, de 2009, conmocionó a la ciudad, alguien se
dejó caer de la siguiente manera: “¿Me puede decir alguien
por qué Pedro Gordillo, tras haber sido traicionado
como lo fue, entonces, no ha sido capaz todavía de largar
todo lo que sabe de quienes lo pusieron al borde de cometer
un disparate irreparable?
Hubo un silencio de varios segundos antes de que la
pregunta, que tenía su guasa, fuera respondida por uno de
los contertulios:
-Porque Gordillo, pese a sus defectos de humano, como todos
tenemos, lleva todavía a gala el cumplir con eso que se
llama sigilo sacramental. De no ser así, Pedro no habría
tenido el menor reparo en ponerse a denunciar lo mucho que
sabe de cuantos se aliaron para darle matarile político.
Ni que decir tiene que los pareceres principiaron a
producirse, tras lo oído, y fueron tan distintos como
coincidentes en algo fundamental: a PG se la tenían jurada y
éste cayó en la trampa que le tendieron quienes sabían que
era víctima de su bragueta. La que hace que los hombres
pierdan la chaveta en cualquier momento.
-¿Se le soltará la lengua a Gordillo una vez que se produzca
la sentencia del juicio oral?
Quien inquiere es de los que tienen la certeza de que Pedro
saldrá ileso de una cuestión de la que el fiscal creyó
conveniente decir que la cosa estaba tan clara que lo mejor
era sobreseerla.
Fue entonces que me pidieron mi parecer. Y a mí se me
ocurrió contestar de esta guisa: Gordillo no hablará nunca
ni contra Vivas ni contra nadie, finalizado el
juicio. Aunque podría decir lo que no está en los escritos.
Pero Pedro es más hombre que sus enemigos.
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