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OPINIÓN - DOMINGO, 23 DE FEBRERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Corrillos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El viernes participé en algunos corrillos de los que se forman en los bares de la calle Jáudenes. Los corrillos de los bares no son como los que se forman en los cócteles y donde uno puede deambular de un lado a otro. Aunque tampoco carecen de interés.

En los corrillos se trata de estar simpáticos y amenos, comedidos, en el límite de la espontaneidad. Y yo estoy de acuerdo con lo dicho por Salvador Pániker: filósofo, escritor, ingeniero y muchas cosas más. Pero no crean que resulta tarea fácil cumplir a rajatabla con tales requisitos.

Participé, como ya he dicho en el primer párrafo, como contertulio en diferentes grupos y debo confesar que me lo pasé muy bien. Sobre todo, y perdón por la publicidad, porque pude comprobar, una vez más, que la gente está al tanto de todo lo que publica este periódico. Y, por supuesto, nadie desconoce el maltrato que se nos viene dispensando por parte de la autoridad competente.

De la autoridad competente, es decir, de nuestro alcalde, se habla mal. Cada vez son más las personas que opinan que debería ir pensando en darse el piro. En dejar el cargo y marcharse, durante una temporada, lo más lejos posible de aquí. A ser posible, allá donde el viento da la vuelta.

Donde el viento da la vuelta podría ser, un suponé, en La Rioja. Tierra de la que nuestro alcalde parece ser que se prendó durante una visita que hizo a sus viñedos y bodegas. Lo cual ocurrió hace ya mucho tiempo y desde entonces sueña con establecerse en uno de los municipios del lugar. Y es que donde hay dinero…

En una de las tertulias, no sé si fue en El Mentidero, en la Esquina Ibérica o en Pedr’os, salió a relucir cómo nuestro alcalde y Francisco Márquez serán testigos el 4 de marzo en el juicio que se va a celebrar por el archiconocido ‘caso Gordillo’.

Y, tras varios pareceres al respecto del asunto que un buen día de octubre, de 2009, conmocionó a la ciudad, alguien se dejó caer de la siguiente manera: “¿Me puede decir alguien por qué Pedro Gordillo, tras haber sido traicionado como lo fue, entonces, no ha sido capaz todavía de largar todo lo que sabe de quienes lo pusieron al borde de cometer un disparate irreparable?

Hubo un silencio de varios segundos antes de que la pregunta, que tenía su guasa, fuera respondida por uno de los contertulios:

-Porque Gordillo, pese a sus defectos de humano, como todos tenemos, lleva todavía a gala el cumplir con eso que se llama sigilo sacramental. De no ser así, Pedro no habría tenido el menor reparo en ponerse a denunciar lo mucho que sabe de cuantos se aliaron para darle matarile político.

Ni que decir tiene que los pareceres principiaron a producirse, tras lo oído, y fueron tan distintos como coincidentes en algo fundamental: a PG se la tenían jurada y éste cayó en la trampa que le tendieron quienes sabían que era víctima de su bragueta. La que hace que los hombres pierdan la chaveta en cualquier momento.

-¿Se le soltará la lengua a Gordillo una vez que se produzca la sentencia del juicio oral?

Quien inquiere es de los que tienen la certeza de que Pedro saldrá ileso de una cuestión de la que el fiscal creyó conveniente decir que la cosa estaba tan clara que lo mejor era sobreseerla.

Fue entonces que me pidieron mi parecer. Y a mí se me ocurrió contestar de esta guisa: Gordillo no hablará nunca ni contra Vivas ni contra nadie, finalizado el juicio. Aunque podría decir lo que no está en los escritos. Pero Pedro es más hombre que sus enemigos.
 

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