Si alguien saliera a la calle y
les preguntara a los ceutíes a qué político no votaría
nunca, de entre los cuatro o cinco más conocidos, me da a mí
en las pituitarias que Juan Luis Aróstegui sería el
ganador indiscutible. Proclamada la idea, me agradaría
sobremanera que alguien la convirtiera en realidad. Eso sí,
sin que la parcialidad se hiciera presente en la encuesta.
Aróstegui, de haber continuado siendo cabeza de cartel del
PSPC, jamás habría obtenido un escaño de concejal. Puesto
que había dilapidado su credibilidad –tanto cuando formó
parte del gobierno como cuando estuvo en la oposición- en
todos los sentidos.
Su forma de expresarse, despectiva y altanera, convencido de
que es el ciudadano más inteligente de la tierra,
propiciaron siempre grandes muestras de desagrado entre la
gente. Lo que más repatea de él, en cambio, es que se haya
convertido en un predicador de la moral más estricta y no
dude en subirse al púlpito todos los días para decirnos que
somos miembros de una sociedad enferma a la que él
desprecia.
Aróstegui, gracias a que Mohamed Alí se vio
necesitado de ayuda para sentirse importante en la política
–pues, por lo visto y oído, se lamentaba de que era mal
recibido en todos los sitios- y decidió ofrecerle la
oportunidad de compartir cabecera de cartel con él, logró
ese escaño de concejal con el que ha conseguido gobernar al
alimón con Juan Vivas.
Aróstegui, sin embargo, mediante la complacencia de nuestro
alcalde, lleva ya mucho tiempo actuando como si fuera jefe
de tribu y poblado con el fin de empequeñecer el territorio
donde vive. Lo que debería causar inquietud en la ciudad. Y
sobre todo entre las personas encargadas de velar por los
intereses de ella.
Aróstegui está crecido. Muy crecido. Más crecido que nunca.
Porque ahora, al margen de manejar un sindicato como CCOO,
que no es moco de pavo, ha decidido mangonear también a los
cabecillas de la inmigración que residen en el CETI. Y,
conociéndole, los va a usar a cada paso con el fin de que
sus manifestaciones cuenten con personal suficiente para
llenar la plaza de los Reyes a cada paso. Lo que nunca antes
había logrado.
Aróstegui es enemigo declarado de Francisco Antonio
González. Miento: Aróstegui ha sido siempre enemigo
acérrimo de todos los delegados del Gobierno. Pero lo es
mucho más de Pacoantonio: por quien siente una aversión
enfermiza. Así que no me sorprende, lo más mínimo, que se
lleve a partir un piñón con nuestro alcalde. A pesar de
ello, a nuestro alcalde lo ha tachado siempre de ser un
mediocre que no suele perdonar al que no obedece. Cierto que
no se corta ni un pelo a la hora de decir que el no obedece
a Vivas, porque éste le tiene más miedo que… Tal es así que
un día se atrevió a decirle a Vivas que era el conde don
Julián del siglo XXI y Vivas no dijo ni mu. Y siguió
despachando con Vivas todos los días y fiestas de guardar.
Aróstegui está viviendo los mejores momentos de su vida a la
vera de Mohamed Alí, de nuestro alcalde y de una parte de la
prensa afín a sus propósitos más que conocidos. Desea ser
alcalde de esta tierra y está convencido de que, dado que
Vivas está dando evidentes muestras de flaqueza, podría
saltar la sorpresa. Soñar no cuesta dinero.
Por tal motivo, y para que deje de soñar y, por supuesto,
para evitar que siga haciendo daño a la ciudad, con su
proceder y sus declaraciones, convendría hacer la encuesta.
|