La fórmula del pago fraccionado
para afrontar los 26,5 millones del nuevo Campus
Universitario con las operaciones aplazadas a lo largo de
cuatro préstamos de 6,5 millones de euros, puede resultar al
final mucho más elevada que lo que en principio se indica,
dadas las serias dudas que se barajan en la actualidad
porque el coste financiero se eleva por encima del millón de
euros. Quiere decirse que, si bien los pagos aplazados en
principio parecen diluir las cuantías económicas, provocan
serias dudas acerca de su acierto en cuanto se ve aumentado
el coste financiero de las operaciones en cadena que se
suscriben a ocho años vista.
La mentalidad de resolverlo todo a base de préstamos u
operaciones de crédito, de “entramparse” por sistema, de
concurrir a modificaciones de crédito y demás entramados
financieros, para luego presumir de superavit, no deja de
ser un engañabobos que sólo conduce a insultar la
inteligencia del ciudadano, que cada vez desconfía más de
los políticos y de algunas de sus prácticas o enredos.
Convertir lo blanco en negro o contar verdades a medias, son
procedimientos que suelen pasar factura. No se entiende cómo
se articula un entramado de justificaciones y se juega con
las cifras como si se atentara contra la verdad suprema de
que las matemáticas no engañan. Este Gobierno parece querer
hacernos creer que, muy al contrario y, como dijo
recientemente Juan Vivas, “dos más dos no son siempre
cuatro” o como recordaba aquél que a la hora de sumar dos
más dos decía que eran cinco porque él se llevaba una. Jugar
con los números es más de un prestidigitador que de un
político economista.
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