Nuestro alcalde ha dado en la
manía de ir estrechando lazos de amistad con todos los
pueblos andaluces donde gobiernan los de su partido; es
decir, el PP. Parece ser que nuestro monterilla ha
encontrado en los hermanamientos la formula ideal para
evadirse de los innumerables problemas que acucian a Ceuta
y, por supuesto, a España en general.
En tales hermanamientos se han venido reuniendo alrededor de
nuestra primera autoridad, damas y caballeros que han
ejercitado en frívolos torneos de galantería, creando el
ambiente propicio para que el lirismo de Juan Vivas
luzca en todo su esplendor.
En esta ocasión, el Protocolo de Amistad ha llevado a
nuestro alcalde hasta Ronda. Y en ella, en la tierra de
Pedro Romero, el torero que mejor ha matado recibiendo,
JV ha evidenciado que está dispuesto a que se le considere
un poeta de dimensiones incalculables. Bardo de categoría
excepcional. Trovador inconmensurable. Vate, rapsoda,
recitador comparable al mejor de los mejores en nuestra
posguerra, durante los juegos florales en los que imperaba
el arte de Rafael Duyos. Adiós, Atencia, hola,
Correa, enhorabuena, Olivencia Ruiz y Girón,
y a partir de ese momento ha principiado a largar de su amor
a la Naturaleza.
Entre las muchas cosas de Ronda que señaló como “familiares”
para los ceutíes, fue “la mezcla de colores en sus
paisajes”, a los que se refirió como “mosaico romántico que
también se produce en la otra orilla”. Y continuó deleitando
a la concurrencia como un vate henchido de gozo y en trance.
“Esa luz apacible, el celeste del cielo, la neblina; la
conjunción, que es poesía, entre la piedra y el agua, los
aromas, los sabores; unos sabores exclusivos que
afortunadamente compartimos con el resto de andaluces y
malagueños”. Y, como no podía ser de otra manera, acabó
citando a Millán Astray.
Pues bien, tras haberme leído, una y otra vez, la cantada de
nuestro alcalde en Ronda, he echado de menos que no le haya
dedicado la menor atención al balcón del coño. Con el fin de
haber aliviado en parte su recital preñado de cursilería y
que a buen seguro habrá movido a la risa a innumerables
rondeños.
Y hasta comprendo que mucha gente lo haya tomado a chufla.
Con todo merecimiento. Aunque a mí me dé pena y me cause un
respeto imponente que nuestro alcalde sea motivo de
rechifla. Pero creo que se lo tiene más que merecido.
Y me explico: alguien, muy importante, dijo que un toque de
Naturaleza puede hermanar el mundo entero, pero dos toques
de Naturaleza son capaces de destruirlo por mor del
cachondeo que se forma alrededor de quien no se percata de
que estar a cada paso reclamando atención para una puesta de
sol es síntoma de provincianismo.
Nuestro alcalde, cuando los parados crecen sin cesar en una
España en la que impera la corrupción generalizada, cuando
las injusticias prevalecen y se ceban en los más pobres, y
cuando él lleva ya mucho tiempo con el rumbo perdido como
gobernante, se permite el lujo, cada dos por tres, de
montarse un festival donde poder lucir su premeditada
ingenuidad provinciana y literaria, a edad tardía y en
momentos donde podría ser abucheado por la concurrencia.
Nuestro alcalde ha vuelto a pegar un petardo. En esta
ocasión, ha sido en Ronda. Como antes sucedió en Algeciras,
en Estepona, Marbella o Cádiz. Nuestro alcalde es muy osado.
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