Elisabeth Carreira, de
sobrenombre Eli, para quienes la tratamos asiduamente,
trabaja en el Hotel Tryp. Y ha sabido ganarse el respeto y
el afecto de quienes llevamos años y años siendo clientes
del establecimiento hostelero.
Hija de Emilio Carreira, político muy principal del
Gobierno local, Eli jamás ha sacado a relucir las funciones
del cargo de su padre para darse pote de nada. Atenta
siempre a satisfacer a los clientes, nunca ha dejado de ser
una de las empleadas predilectas de cuantos frecuentamos el
hotel.
Hoy, martes, cuando escribo, ha sido Eli la que se ha
encargado de coger la comanda de una comida entre amigos en
el hotel de marras. Y, tras los saludos de rigor, he creído
conveniente preguntarle por cómo se encuentra su padre. Y
Eli me dice que fue operado el día 5 en un hospital de
Madrid y que se encuentra muy bien.
Las palabras de la hija de EC me llenan de alegría. Porque,
tratándose del corazón, y por más que la cirugía esté tan
adelantada, cualquier intervención en órgano tan vital no
deja de ser motivo de gran preocupación.
Emilio Carreira y yo nunca fuimos amigos ni mantuvimos
siquiera el menor atisbo de relación. Quizá porque no se
encartó. O vaya usted a saber por qué otro motivo.
Situaciones ambas que, más que un problema, han resultado
ser lo mejor que nos podía pasar a dos personas que pocas
veces han pensado de igual manera en asuntos concernientes a
la vida política de la ciudad.
No obstante, semejante desacuerdo jamás propició que entre
nosotros se produjera la discusión acalorada y, mucho menos,
el retirarnos la palabra por razonar de manera bien distinta
acerca de cualesquiera problemas que iban surgiendo en esta
tierra.
El que la operación de corazón de EC, siempre delicada, haya
sido un éxito, creo que es la mejor noticia que he recibido
esta semana. Y, por tanto, no tengo el menor inconveniente
en gritarla a voz en cuello. Gritarla y celebrarla.
Y lo primero que se me ha ocurrido en la comida de hoy,
martes, entre amigos, es brindar por la recuperación de una
persona con una formación autodidacta pero sólida y
verdadera. La que no le ha impedido, la verdad sea dicha,
tener altibajos en su trayectoria política.
Nadie es perfecto. Y es que tener buena reputación es una de
las muchas incomodidades que nunca me he visto obligado a
soportar. Diría EC, llegado el caso, con esa sorna tan suya.
Burla o ironía fina, tan de su gusto y tantas veces sacadas
a relucir en momentos donde sus adversarios han querido
mandarlo al hule del dolor, mediante la cornada del
vituperio.
EC, por si alguien aún no lo sabe, es político muy válido en
estos momentos en los que el PP ceutí anda dando
barquinazos. Sabe decir bien hasta las mentiras que son
necesarias airear. Y, desde luego, las verdades suenan mejor
cuando él las comunica.
Por todo ello, y por muchas otras cuestiones que hoy no
vienen al caso propalar, y, naturalmente, por él y por su
familia, uno no tiene el menor inconveniente en decir con
voz potente: que goza de una alegría desbordante, desde el
momento en que se ha enterado de que EC ha sido operado con
éxito y que su mejoría es tan evidente como continua.
Eso si, Emilio, espero que no te llames a engaño, si lees
esta columna. Porque ardo en deseos de ponerte a parir. Un
abrazo.
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