Cuando leí la interpelación de Caballas cuestionando la
contratación de un informe a la empresa OCLEM tuve la
curiosidad de indagar sobre el asunto y mi sorpresa fue
conocer que el Interventor se encuentra imputado por
prevaricación tras la querella criminal presentada por la
citada empresa.
Quizá peque de ingenuo pero tras analizar el debate en el
Pleno de ayer hay algo que no entiendo en todo esto, ¿por
qué es necesaria una defensa del Interventor?. El Gobierno
adjudica un servicio, un técnico de la Ciudad informa que la
empresa contratada ha realizado correctamente el trabajo
encomendado, el Interventor se niega a realizar el pago
exponiendo irregularidades en el expediente y la empresa que
ve lesionados sus derechos se defiende querellándose contra
este último. Repito, ¿por qué es necesaria una defensa del
Interventor? Si éste ha actuado correctamente no tendrá
ningún problema en salir absuelto. De lo contrario debe ser
condenado por la justicia. Además, el adverbio
“absolutamente”, empleado ayer por Vivas para imprimir más
fuerza a su aseveración de respaldo al Interventor,
contribuye justamente a crear la duda.
Pero dejando de lado este aspecto, el cinismo con el que el
Gobierno de Vivas escenifica cualquier cosa está
convirtiendo el mundo de la información en una caricatura.
El atrevimiento con el que se desenvuelven los miembros
mediáticos del Gobierno insulta a cualquier inteligencia
mínimamente razonable. Se refieren a logros, cuando son
fracasos, no son capaces de formular un enunciado que
mínimamente se ajuste a la realidad que se vive y ensucian
términos nobles como transparencia cuando, no tienen ni
intención de satisfacerla, ni siquiera tienen intención de
clarificar sus múltiples casos de abuso.
El presidente Vivas se comprometió ayer a clarificar el
asunto como si él no lo tuviera suficientemente claro, como
si él no tuviera conocimiento de todo los delalles de lo
sucedido, como si no fuera su Gobierno el responsable de
llevar a cabo una adjudicación en la que Caballas siembra la
duda de la corrupción. El cinismo de Vivas está ya elevado
al cubo, porque ¿quién si no él y su Gobierno adjudicó el
polémico servico?, ¿quién si no él y su Gobierno decidió que
se realizara por importe de 18.000 euros para evitar el
concurso? ¿Quién si no él y su Gobierno decidió que la
empresa contratada fuera OCLEM y no otra?
Juan Vivas debiera tomar nota de que, a pesar de que con
prácticas abusivas ha laminado cualquier virtualidad de
imparcialidad de los medios de comunicación a su alcance,
muchos sabemos lo que está ocurriendo, que reducciones como
la que efectuó en el pleno, ya no son creíbles y que cuando
se destapan tramas sale todo. Por lo que no hay que
descartar que algún día conozcamos lo que hoy son verdades
por todos intuidas.
Antes me quedé corto, el cinismo que demuestra el presidente
Vivas es un cinismo elevado cuanto menos a la enésima
potencia, dejándose -eso sí- el valor de “n” a juicio del
lector, pero siempre que éste sea superior a 3. ¡Quien me
iba a decir cuando empecé este artículo que terminaría
refrescando conocimientos matemáticos!
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