En mi condición de abogado, reviso mis expedientes de
expulsión de inmigrantes sobre la mesa para presentar los
correspondientes recursos ante los tribunales competentes,
y, al mismo tiempo, me llega la triste noticia del
ahogamiento de seres humanos que huyen de sus países por
causas bélicas, étnicas y religiosas, entre otras, en aguas
fronterizas de Ceuta y Marruecos.
Los acontecimientos previos relacionados con este drama,
especialmente el que causó la muerte a medio millar de
personas el pasado octubre en costas de Lampedusa (isla
italiana), también ahogadas, cuando perseguían el sueño
europeo, catástrofe humanitaria que aún no ha encontrado una
respuesta seria por parte de las más importantes
instituciones, tanto europeas como las de los países de
origen, una cooperación necesaria que no se plasma, aconseja
una profunda reflexión sobre la materia.
La alcaldesa de Lampedusa clamaba casi al cielo, con la
proclama de “Europa puede naufragar en Lampedusa”, repulsa
justificada y necesaria, pues no se hablará de inmigración,
“de nuevo”, hasta después de elecciones europeas. La
inmigración siempre ha sido tangencialmente tratada por las
Instituciones competentes, sin llegar a definir un marco que
permita, al menos, una mejor gestión de ésta.
Y, al referirme a una mejor gestión de ésta, hago referencia
también a la situación de desempleo en que se encuentra gran
parte de la población europea, especialmente de los países
mediterráneos, que pudieran ver como una amenaza la llegada
masiva de inmigrantes, comprensible dado el actual sistema y
estructura de los estados en torno a políticas activas de
empleo.
Por ello hablo de gestión, porque ésta no supone otorgar
“ipso facto” empleo para todos los inmigrantes que intentan
conseguir el “sueño europeo”, sino, asimismo, por la
necesidad de que existan políticas preventivas que permitan
al menos evitar catástrofes de tal magnitud. De esta manera,
a muchos de nosotros quizás se nos quitara el nudo de la
garganta al leer tan desagradables noticias, cuando se
pudieran evitar al máximo número de “naufragios”, nunca
mejor dicho.
Es necesario trazar, hablando en términos marítimos, un
verdadero cuaderno de bitácoras para frenar esta sangría de
muerte, desesperación e impotencia. Cabe intensificar el
trabajo de la Agencia FRONTEX (Agencia Europea para el
control de fronteras exteriores), darle forma a EUROSUR,
retales de un sistema de vigilancia de las fronteras
recientemente aprobado, del que aun no tenemos constancia, y
también, de una pizca de solidaridad por parte de los
organismos encargados de la toma de decisiones y del propio
ser humano, porque somos diferentes pero somos iguales.
Ante eso nos encontramos, como indica el nombre que encabeza
la presente opinión, un nombre que reluce con más fuerza que
nunca en el día de hoy, quizás una cara más de este drama de
la inmigración, una “Señora Drama” (Lady Drame), traducción
literal del desasosiego y cuento de nunca acabar en que se
está convirtiendo esta cuestión. Descansen en paz…
* Presidente de ADESC
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