En cualquier curso de redacción se
nos dice que la fantasía es como la loca de la casa, y por
tanto debe ser contenida, educada y, si es preciso
mortificada. Se nos indica que a la loca hay que tenerla a
raya. Es decir, que hay que servirla con cuentagotas.
Distribuirla con parsimonia, para lubricar la prosa seca;
esa que a veces se usa para ir directamente al grano de la
denuncia. La fantasía, o sea, la imagen, suele tener su
eficacia, en general, en el uso restringido. Hoy, me van a
permitir ustedes que saque la imaginación a pasear.
Conocido es lo mucho que se quieren Vivas y
Aróstegui. El afecto que ambos se profesan, y que hacen
muy bien en airearlo, viene de lejos, y es tan grande que ni
siquiera la política ha hecho mella en ese cariño que se
tienen. Vivas y Aróstegui, Aróstegui y Vivas, ya saben
ustedes el lema de Isabel y Fernando, llevan muchos años
manteniendo tan grande amistad, a pesar de que en momentos
cruciales cada uno eligió su militancia en partidos donde
les fue posible medrar.
Cierto es, y si no repasen el blog de Aróstegui, que éste
nunca se cortó lo más mínimo a la hora de zurrarle la badana
a su amigo del alma. Ponerlo como chupa de dómine fue una
tarea de cada jueves. Raro era el jueves en el cual no
saliera a escena el dicterio, la frase mordiente tratando de
ridiculizar a su amigo y adversario político, que no
enemigo, según suele decir la segunda autoridad del Gobierno
local. Cada vez menos en la sombra.
Parece ser que entre amigos, como son ellos, amén de
gobernantes, las reuniones son fundamentales para decidir
qué hacer o decir sobre los problemas que se les van
acumulando sin solución de continuidad. La última reunión ha
sido nada más regresar nuestro alcalde de la Convención
celebrada por su partido en Valladolid.
Parece ser que Aróstegui, la segunda autoridad en el
Ayuntamiento, se dio cuenta de que Vivas estaba muy
nervioso. Y quiso saber el motivo. Y nuestro alcalde
respondió: “Estoy realmente preocupado por cómo la juez ha
calificado el “caso Kibesan”. Pues a mí se me había dicho
que no iba a ser así”.
Mira Juan, dijo Aróstegui. “Hazme el santo favor de no
ponerte pusilánime. Lo que tienes que hacer es dejar que el
asunto se resuelva a la libre elección y capricho de las
circunstancias. Y si a Yolanda Bel se la lleva por
delante el ‘caso Kibesan’, un suponer, pues que se la
lleve”. Incluso sería lo mejor que pudiera ocurrirnos.
Vivas no pudo por menos que dar la impresión de exaltarse:
“¡Cómo se nota que tú no la viste el día que se plantó
frente a mí y me dijo que anduviese con mucho cuidado, que
ella no estaba dispuesta a comerse un marrón como el que se
comió Rodríguez!”.
Aróstegui, conociendo a su amigo del alma, preguntó: “Y
¿seguro que tú le dijiste a YB que estabas dispuesto a todo
con tal de que saliera ilesa…?
-¿¡Y qué otra cosa podía hacer…!? ¡Venga, dime, Juan Luis,
qué otra cosa…!
-Cualquier cosa menos protegerla a cambio de dar pena,
penita, pena con tus declaraciones. Que al paso que vas,
Juan, cualquier día te vas a ganar el mote de
maricomplejines.
-Tú sigues creyéndote que eres el más listo… ¿Verdad, Juan
Luis, el más listo de todos? Sin embargo, tu aversión hacia
Francisco Márquez nos ha metido en otro lío: Caminero, el
interventor, sí, tan apegado a ti, ha sido llevado al
juzgado por el Grupo Oclem.
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