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OPINIÓN - VIERNES, 7 DE FEBRERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Conversación entre amigos íntimos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En cualquier curso de redacción se nos dice que la fantasía es como la loca de la casa, y por tanto debe ser contenida, educada y, si es preciso mortificada. Se nos indica que a la loca hay que tenerla a raya. Es decir, que hay que servirla con cuentagotas. Distribuirla con parsimonia, para lubricar la prosa seca; esa que a veces se usa para ir directamente al grano de la denuncia. La fantasía, o sea, la imagen, suele tener su eficacia, en general, en el uso restringido. Hoy, me van a permitir ustedes que saque la imaginación a pasear.

Conocido es lo mucho que se quieren Vivas y Aróstegui. El afecto que ambos se profesan, y que hacen muy bien en airearlo, viene de lejos, y es tan grande que ni siquiera la política ha hecho mella en ese cariño que se tienen. Vivas y Aróstegui, Aróstegui y Vivas, ya saben ustedes el lema de Isabel y Fernando, llevan muchos años manteniendo tan grande amistad, a pesar de que en momentos cruciales cada uno eligió su militancia en partidos donde les fue posible medrar.

Cierto es, y si no repasen el blog de Aróstegui, que éste nunca se cortó lo más mínimo a la hora de zurrarle la badana a su amigo del alma. Ponerlo como chupa de dómine fue una tarea de cada jueves. Raro era el jueves en el cual no saliera a escena el dicterio, la frase mordiente tratando de ridiculizar a su amigo y adversario político, que no enemigo, según suele decir la segunda autoridad del Gobierno local. Cada vez menos en la sombra.

Parece ser que entre amigos, como son ellos, amén de gobernantes, las reuniones son fundamentales para decidir qué hacer o decir sobre los problemas que se les van acumulando sin solución de continuidad. La última reunión ha sido nada más regresar nuestro alcalde de la Convención celebrada por su partido en Valladolid.

Parece ser que Aróstegui, la segunda autoridad en el Ayuntamiento, se dio cuenta de que Vivas estaba muy nervioso. Y quiso saber el motivo. Y nuestro alcalde respondió: “Estoy realmente preocupado por cómo la juez ha calificado el “caso Kibesan”. Pues a mí se me había dicho que no iba a ser así”.

Mira Juan, dijo Aróstegui. “Hazme el santo favor de no ponerte pusilánime. Lo que tienes que hacer es dejar que el asunto se resuelva a la libre elección y capricho de las circunstancias. Y si a Yolanda Bel se la lleva por delante el ‘caso Kibesan’, un suponer, pues que se la lleve”. Incluso sería lo mejor que pudiera ocurrirnos.

Vivas no pudo por menos que dar la impresión de exaltarse: “¡Cómo se nota que tú no la viste el día que se plantó frente a mí y me dijo que anduviese con mucho cuidado, que ella no estaba dispuesta a comerse un marrón como el que se comió Rodríguez!”.

Aróstegui, conociendo a su amigo del alma, preguntó: “Y ¿seguro que tú le dijiste a YB que estabas dispuesto a todo con tal de que saliera ilesa…?

-¿¡Y qué otra cosa podía hacer…!? ¡Venga, dime, Juan Luis, qué otra cosa…!

-Cualquier cosa menos protegerla a cambio de dar pena, penita, pena con tus declaraciones. Que al paso que vas, Juan, cualquier día te vas a ganar el mote de maricomplejines.

-Tú sigues creyéndote que eres el más listo… ¿Verdad, Juan Luis, el más listo de todos? Sin embargo, tu aversión hacia Francisco Márquez nos ha metido en otro lío: Caminero, el interventor, sí, tan apegado a ti, ha sido llevado al juzgado por el Grupo Oclem.
 

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