Las trágicas consecuencias que se
derivaron ayer con la muerte de una persona infartada en la
barriada de El Príncipe, tras la demora en la asistencia
sanitaria que requería por los atascos que se producen en la
carretera de la frontera, abre un debate serio sobre la
necesidad de arbitrar fórmulas alternativas. A las “colas”
que se forman en la Avenida Martínez Catena hay que unir
también, las derivadas de estas aglomeraciones con reflejo
en otras vías de acceso al Hospital Universitario y a la
propia barriada de El Príncipe.
Ayer aludíamos a la necesidad imperiosa de abrir nuevas
alternativas como una necesidad obligada y hoy lo hacemos,
si cabe, con mucha más fuerza, tras morir una persona por
las consecuencias “colaterales” de una situación
problemática. Hay que plantearse en el entorno ciudadano
algún carril especial para los vehículos de emergencias.
Habría que evitar situaciones lamentables con consecuencias
trágicas y para ello, se impone un rediseño en las vías de
circulación y un planteamiento tan imaginativo como práctico
que conlleve una “vía de escape” para los servicios que han
de actuar con urgencia: bomberos, ambulancias y policía. No
pueden estar condicionados a un atasco, a un “tapón” de
tráfico rodado o a circunstancias sobrevenidas por alguna
situación imprevista.
Las experiencias negativas han de servir como contrapunto
para afrontar una realidad que reclama medidas. Y éstas, no
se pueden postergar porque tampoco se puede poner precio a
una vida y siempre que se salve una, estará más que
justificada cualquier inversión en dotaciones básicas. El
interés general, en este caso, prima por encima de posturas
acomodaticias o a comportamientos rutinarios. Hay que actuar
pronto.
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