Mentidero es, por si alguien no lo
sabe, lugar donde se reúne la gente para charlar e
intercambiar noticias o rumores. A las doce y media de la
mañana, de un martes del mes que corre, he estado en varios
establecimientos del centro de la ciudad donde se hacen
comentarios sobre el titular de este periódico en su
portada: “El presunto delito de Bel es calificado de
prevaricación”.
La noticia, en un lugar donde muchos medios han decidido no
informar al respecto de la prevaricación administrativa con
que la juez ha calificado el ‘caso Kibesan’, ha resultado la
comidilla de todo el mundo y ha dado origen a toda clase de
pareceres.
El primer parecer ha sido unánime: “El Pueblo de Ceuta”
lleva ya mucho tiempo siendo diario muy destacado en esta
ciudad. Los glosadores de todas las reuniones han ido más
lejos: pues no se han cortado lo más mínimo en airear que es
el más destacado. Y que lo que temen es que en cualquier
momento cambie su línea editorial y deje a los ciudadanos
huérfanos de la información que los gobernantes no quieren
que salga a la palestra.
Ante tales comentarios, que no tengo por qué ocultar,
faltaría más, me he dado cuenta de que nuestro alcalde sigue
perdiendo la confianza de los ciudadanos sin solución de
continuidad. Que cada vez son más las personas que dudan de
cuanto les dice. Que su palabra cotiza ya a la baja. En
suma: que su credibilidad está ya por los suelos.
En los mentideros de la calle Jáudenes nadie duda de que
Yolanda Bel haya metido la pata hasta el corvejón porque
así lo quiso nuestro alcalde en su momento. Pues bien sabido
es que en el Ayuntamiento no se hace nada sin el
consentimiento de Vivas y, cómo no, de Aróstegui.
Mas ese reconocimiento no exime de culpa a la consejera de
Presidencia, Gobernación y Empleo, además de portavoz, por
enfermedad de su titular, y secretaria general de su
partido. Por lo que ha de ser ella la que apechugue con las
consecuencias que puedan derivarse de un asunto que huele…
Entre la gente ha calado además lo que yo le he dicho a la
consejera, en no pocas ocasiones, a raíz de publicarse todo
lo referente al ‘caso Kibesan’: un político bajo sospecha,
lo primero que debe hacer es dimitir. Dimitir,
inmediatamente. Pero YB, sometida al clásico engatusamiento
de nuestro alcalde, que es maestro en el arte de ganarse la
voluntad de cualquiera con argucias o halagos, no lo ha
hecho porque sigue convencida de que el poder de su admirado
Vivas es tan sumamente grande como para poder evitarle los
riesgos judiciales. Craso error. Y lo es, al margen de que
fiscales y jueces sean merecedores de toda la confianza,
porque estamos viviendo una situación donde hasta una hija
del Jefe del Estado habrá de sentarse ante el juez Castro.
Ejemplo de instructor y que va acompañado de valor sereno.
Por consiguiente, bien haría Yolanda Bel, que tantos cargos
ocupa, y todos importantes, en dimitir antes de que se vea
obligada a hacerlo por la fuerza. Por la fuerza de una
posible acusación del fiscal y que se habría ganado ella,
quizá, por seguir las indicaciones de alguien de quien es
rendida admiradora.
En este periódico, tan celebrado ya por muchos ciudadanos,
nunca es tarde si la dicha es buena, se ha tenido siempre a
YB en gran estima. Y, por tanto, ningún mal podríamos
desearle. Por tal motivo, insistimos en que, debido a ese
afecto reconocido, nos vemos precisados a decirle que
anuncie su dimisión cuanto antes.
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