La Delegación del Gobierno
recomienda, ante los atascos que se han de producir para los
dos próximos meses en la zona de la frontera del Tarajal
(por una serie de obras en Marruecos), que se utilicen
caminos alternativos. Una recomendación que no tendría que
producirse si, en realidad, los proyectos políticos hubieran
previsto que, por unas u otras razones, no puede colapsarse
la vía de acceso más rápida al Hospital Universitario de
Ceuta, tras decidirse su ubicación en una zona que no está
dotada de vías de acceso adecuadas a las necesidades de
urgencia que pueden originarse.
El acceso a la frontera del Tarajal tampoco debería
circunscribirse a una sola vía, lo que descubre el capítulo
de dotaciones que se requieren para la fluidez del tráfico
rodado con independencia de obras en la zona marroquí. Una
ciudad como ésta no puede verse colapsada hasta casi la
misma zona centro por la falta de alternativas. Un hecho que
viene a demostrar que, en el capítulo de prioridades, antes
que las numerosas estatuas y los floridos maceteros u obras
faraónicas como La Mariana, se requieren vías de acceso
alternativos en distintos puntos de la ciudad, para evitar
el síndrome “ratonera” que se produce a poco que haya un
atasco en el único trayecto a la frontera.
El capítulo de dotaciones básicas ha de incluir, a la mayor
urgencia vías alternativas, circunvalaciones y posibilidades
de escapar de los atascos que colapsan la circulación rodada
en algunas zonas claves de nuestra ciudad. Antes que el
embellecimiento que no deja de ser la ornamentación urbana a
modo de guinda, habría que acometer iniciativas que nos
faciliten la vida, que nos permitan transitar sin
sobresaltos o nos hagan sentirnos atrapados. Si la imagen de
una ciudad es importante, lo es mucho más sus condiciones de
vida.
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