Al parecer, recientemente alguien ha escrito en un muro de
Sevilla lo siguiente: “Dimitir no es un nombre ruso”. En
efecto, los políticos españoles confunden, y todo parece
sugerir que deliberadamente, dimitir con Dimitri, y como no
saben ruso (ni francés, ni inglés, ni un español correcto en
tantos casos), no dimiten. Así, por ejemplo, cuando Yolanda
Bel oye la palabra dimitir, se hace la sueca, pues el sueco,
en estos casos, es el idioma que sirve figuradamente para no
entender ninguno. La Consejera de Presidencia, tal vez
suponga que solo pueden removerla de su despacho los que la
eligieron, pero como resulta que no la eligió nadie, bueno,
sí, Juan Vivas ..
Lo cierto es que ante circunstancias en las que algunos
políticos se han extralimitado o pasado de la raya, pedir
disculpas es un ejercicio de limpieza. Es bueno pedir
perdón, pero el perdón no sirve para nada si no le sigue
otro acto: la dimisión. El ciudadano, que siente ahora una
gran desafección por los políticos y por la política, piensa
que con estos hechos, el país se ha convertido en un rancho
donde el poder es el que manda y los demás poco o nada
tienen que hacer. Recuerden al menos que el ciudadano vota
cada cuatro años y que cada vez perdona menos. También se
dice por ahí que la memoria tiene las patas muy cortas. Es
verdad. Pero en estos casos, la memoria tiene más alcance.
Lo correcto, lo más correcto es una renuncia al cargo, una
retirada a tiempo reconociendo que se han extralimitado. Los
cargos públicos que nos representan porque son elegidos por
los ciudadanos deberían de pensarse las cosas una, dos,
cuatro veces. Volverlas a pensar y luego volverlas a mirar.
Y además, pedir un buen consejo tampoco estaría mal. Cuatro
ojos ven siempre más que dos.
Coincido con los que piensan que esta crisis no es solo
económica, sino de valores. Pero creo que las cosas están
empezando a cambiar y Yolanda Bel debería saber que ‘dimitir
no es un nombre ruso’.
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