LUNES 27.
Leo una entrevista que le hacen al entrenador del Rayo,
Paco Jemez, y me sorprende la soltura con que responde a
las preguntas sobre diversas cuestiones. Su facilidad de
palabra es manifiesta y creo que le viene como anillo al
dedo aplicarle otra frase hecha: no tiene pelos en la
lengua. Es decir, que larga sin tapujos, aun a riesgo de
resultar impertinente. De los políticos dice que debido a
sus actuaciones es obligado pensar que todos son iguales. Y
que ya va siendo hora de que dimitan muchos de ellos. Habla
con dolor de los parados, de la corrupción generalizada, de
los desahucios y de la gente que no tiene para comer ni para
pagar la vivienda. Se le nota que está al día de cuanto
acontece y dice cosas interesantes. Dejando ver,
sobradamente, que es persona leída y, por tanto, cultivada.
En cambio, cuando le toca hablar de fútbol es incapaz de
reconocer que sus jugadores cometen auténticos disparates
cada vez que tratan de sacar el balón jugado desde atrás
aunque estén acosados por los rivales. Sean éstos
pertenecientes al Madrid, Barcelona, Atlético o Levante. Se
le ha metido en la mollera que a él no le cambia nadie su
estilo de juego. Que es, ni más ni menos, lo más parecido al
del Barcelona. Pero la realidad se impone: el conjunto
vallecano, el más modesto de todos los clubs de la
categoría, recibe gol en cuanto yerra en un exquisito
menester que no es el suyo. Y yerra tantas veces como
goleadas recibe. PJ se aferra a que la temporada anterior su
equipo se mantuvo en la categoría jugando de semejante
manera. Pero una persona ilustrada, como parece ser el
entrenador del Rayo, debería saber que “Una golondrina no
hace la primavera”.
Martes. 28
Aprovechando que el microclima de la ciudad invita hoy a
salir a la calle, decido dar barzones por el centro de la
ciudad. Como siempre que ello sucede, intercambio saludos
con conocidos, me paro con otros a charlar lo justo, me fijo
en algunos escaparates, y hasta se me llenan los ojos, mis
pobres ojos ya arrasados, de alegría en cuanto me cruzo con
alguna figura que pasea telenda la rue. Luego, pongo rumbo
hacia la calle Jáudenes hasta adentrarme en la Esquina
Ibérica. Lo que hago para encontrarme, después de muchos
días sin compartir ni aperitivo ni conversación, con varias
personas con las que me agrada estar de cháchara las horas
que se encarten. Ni que decir tiene que pegando la hebra con
ellas se me pasa el tiempo volando. No es la primera vez que
hemos finalizado la tertulia cuando la tarde estaba a punto
de hacerse noche. Los asiduos a la tertulia de la Esquina
Ibérica -Manolo Aznar, Luis de Cos, Cayetano León,
Francisco Horillo, Antonio Márquez, y algún otro cuyo
nombre pueda haber olvidado y por lo que pido las disculpas
correspondientes- se bastan y se sobran para que la reunión
tome vuelos en cuanto nos ponemos a largar. A ver si cede la
crudeza de la cuesta de enero y uno se hace más veces el
visto en sitio hecho a la medida para intercambiar
pareceres.
Miércoles. 29
Nunca he sido yo propenso a mantener relaciones fluidas con
los políticos, sobre todo cuando éstos han estado
disfrutando de cargos. Pues siempre he creído que el roce
hace posible que uno lo pase muy mal cuando se ve obligado a
recordarles cualquier comportamiento indebido. Con
Francisco Márquez, me apresuro a decir que habré hablado
tres o cuatro veces en mi vida. Y hasta quiero recordar que
una vez quedé con él para entrevistarlo y faltó a la cita. Y
recuerdo más: fue la primera vez que habiendo quedado con un
político, que no pocos e importantes se sentaron a charlar
conmigo, éste me dio plantón sin avisar. Válgame el introito
para decir lo que sigue: resulta extraño que el asesor
principal de nuestro alcalde, y dirigente principal de
Caballas, haya salido a la palestra para decirnos que si se
paga una factura de 18.000 euros por un informe
“fotocopiado” y que no vale para nada, denunciará al
Gobierno. Y, claro, uno que es partidario acérrimo de que se
persigan todas las actuaciones de políticos que no sean
ajustadas a las normas de buena conducta por la que han de
regirse, ve aquí motivos más que suficientes de fobia contra
el diputado del PP, por parte de Aróstegui. Incluso
me atrevo a pensar que éste lo hace con el beneplácito de
nuestro alcalde. Ya que meterles el dedo en el ojo al
reseñado Márquez y al delegado del Gobierno, Francisco
Antonio González, es tarea que forma parte de los
acuerdos a los que llegaron en su momento el trío formado
por el empresario que fue concejal en su día, Vivas y
Aróstegui. Me imagino que paco Márquez no se estará chupando
el dedo. Y que estará siguiendo de cerca los pasos que
vienen dando los que son conocidos como los fundadores del
mejor consorcio de esta ciudad.
Jueves. 30
Quedo enterado por medio del periodista de cámara del
gobierno local, y sobre todo fan de nuestro alcalde, de
quien consigue cuanto se propone, que no es poco, de la
entrevista que ha mantenido nuestro monterilla en Madrid con
la secretaria general de Coordinación Autonómica y Local,
Rosana Navarro. A la que le habrá contado el clásico
cuento del alfajor acerca de cómo está llevando a cabo el
plan de ajuste de las empresas municipales y demás asuntos
correspondientes a la salud financiera y económica de la
Ciudad. Me imagino, y creo estar muy cerca de lo que piensa
la loca de la casa, a la que hay que atender aunque sin
darle plena libertad, que doña Rosana habrá quedado exhausta
tras haber aguantado la verborrea de nuestro alcalde. Y así
se lo habrá hecho saber a Antonio Beteta: Secretario
de Estado de Administraciones Públicas de España. Eso sí,
sería impensable que la señora Navarro no le hubiera dicho
también, debido a la amistad que se profesan, que la próxima
vez apechugue él con el japonés de turno.
Viernes. 31
Lo he contado ya varias veces, pero la actualidad me obliga
a tener que redoblar el tambor en relación con María
Dolores de Cospedal. La primera vez que vino a Ceuta, de
lo que hace ya varios años, alguien que todavía sigue siendo
del PP a muerte, dijo de ella en la barra del Hotel Tryp,
nada más verla, que no le gustaba un pelo la forma de
comportarse de la actual secretaria general del partido y
presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Y aclaró el porqué de su antipatía hacia la política que nos
dio un curso acelerado de cómo se le pagó en diferido a
Bárcenas. “Esta mujer, cada vez que abre la boca,
repercute en contra de nuestro partido. Vamos, que nos quita
votantes”. Ahora, sin cortarse lo más mínimo, nos dice,
desde Valladolid, que sin el PP sólo existe la nada… Y se
queda tan pancha. Y hasta no sé si terminaría fumándose un
puro por su desdichada ocurrencia. Es lo mismo, más o menos,
que dicen en esta ciudad quienes tratan de mantener a
nuestro alcalde en la cresta de la ola: “Sin Vivas,
qué sería de nosotros”. Pues la nada… “¿Me puede decir usted
qué significa eso de la nada?”. Claro que sí, ateniéndome a
la crónica de la nada que hizo Carmen Laforet,
escritora catalana, en su libro Nada, ganador del primer
Premio Nadal, le diré que se trata de la vida vulgar, triste
y sombría –miserable, hambrienta y embrutecida, le añado yo-
de los cuarenta en Barcelona y España en general. Donde los
ricos eran muy ricos y muy pocos, y los muy pobres eran
multitud y hasta se morían de tuberculosis -a edad temprana-
por no tener para comer y, naturalmente, porque tampoco les
era posible acceder a la penicilina. La señora De Cospedal,
por tanto, nos advierte de que si no votamos a su partido,
la nada será nuestro futuro. Aunque se olvida de que la nada
está presente desde hace años en la vida de innumerables
españoles. María Dolores de Cospedal debería ser cuidadosa
con lo que dice. Con el fin de que sus meteduras de pata no
sean tan clamorosas como indignas de una señora que suele
darse tanto pote con su… mantilla.
Sábado. 1
Hoy nos hemos enterados de la muerte de un grande del fútbol
español: grande como jugador, grande como entrenador y
grande como seleccionador; al que le debemos en gran medida
los triunfos de la Roja. Por cierto: nunca entendí cómo era
posible que Luis Aragonés estuviera al frente de quienes
disfrutaban mencionando a la selección con tan cursi
calificativo. Y es que, entre otras muchas cosas, Aragonés
se distinguía por tener un carácter poco dado a las
tonterías de tres al cuarto. Un día le dije a Aragonés lo
que sigue: Luis, cuando los sesenta estaban en su mitad, tú
llegaste al viejo campo, Eduardo Dato, en el Puerto de Santa
María, como futbolista del Betis, para jugar un partido
amistoso. Llovía a mares. Y el campo estaba impracticable.
Era un lodazal. A mí me concedió el entrenador la
oportunidad de jugar la segunda parte. Y estuve cerca, muy
cerca, del golpe franco que lanzaste, golpeando un balón de
los de entonces y que pesaba, además, una tonelada. Y lo
pusiste en sitio donde ningún portero habría llegado
entonces ni ahora. Te lo dije un verano en la Ribera del
Marisco del pueblo donde fui nacido, y logré que saliera a
relucir ese gesto tuyo, de aceptación gozosa, tan propio del
madrileño, en tu caso de Hortaleza, castizo porque sí.
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