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OPINIÓN - DOMINGO, 2 DE FEBRERO DE 2014

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 27.

Leo una entrevista que le hacen al entrenador del Rayo, Paco Jemez, y me sorprende la soltura con que responde a las preguntas sobre diversas cuestiones. Su facilidad de palabra es manifiesta y creo que le viene como anillo al dedo aplicarle otra frase hecha: no tiene pelos en la lengua. Es decir, que larga sin tapujos, aun a riesgo de resultar impertinente. De los políticos dice que debido a sus actuaciones es obligado pensar que todos son iguales. Y que ya va siendo hora de que dimitan muchos de ellos. Habla con dolor de los parados, de la corrupción generalizada, de los desahucios y de la gente que no tiene para comer ni para pagar la vivienda. Se le nota que está al día de cuanto acontece y dice cosas interesantes. Dejando ver, sobradamente, que es persona leída y, por tanto, cultivada. En cambio, cuando le toca hablar de fútbol es incapaz de reconocer que sus jugadores cometen auténticos disparates cada vez que tratan de sacar el balón jugado desde atrás aunque estén acosados por los rivales. Sean éstos pertenecientes al Madrid, Barcelona, Atlético o Levante. Se le ha metido en la mollera que a él no le cambia nadie su estilo de juego. Que es, ni más ni menos, lo más parecido al del Barcelona. Pero la realidad se impone: el conjunto vallecano, el más modesto de todos los clubs de la categoría, recibe gol en cuanto yerra en un exquisito menester que no es el suyo. Y yerra tantas veces como goleadas recibe. PJ se aferra a que la temporada anterior su equipo se mantuvo en la categoría jugando de semejante manera. Pero una persona ilustrada, como parece ser el entrenador del Rayo, debería saber que “Una golondrina no hace la primavera”.

Martes. 28

Aprovechando que el microclima de la ciudad invita hoy a salir a la calle, decido dar barzones por el centro de la ciudad. Como siempre que ello sucede, intercambio saludos con conocidos, me paro con otros a charlar lo justo, me fijo en algunos escaparates, y hasta se me llenan los ojos, mis pobres ojos ya arrasados, de alegría en cuanto me cruzo con alguna figura que pasea telenda la rue. Luego, pongo rumbo hacia la calle Jáudenes hasta adentrarme en la Esquina Ibérica. Lo que hago para encontrarme, después de muchos días sin compartir ni aperitivo ni conversación, con varias personas con las que me agrada estar de cháchara las horas que se encarten. Ni que decir tiene que pegando la hebra con ellas se me pasa el tiempo volando. No es la primera vez que hemos finalizado la tertulia cuando la tarde estaba a punto de hacerse noche. Los asiduos a la tertulia de la Esquina Ibérica -Manolo Aznar, Luis de Cos, Cayetano León, Francisco Horillo, Antonio Márquez, y algún otro cuyo nombre pueda haber olvidado y por lo que pido las disculpas correspondientes- se bastan y se sobran para que la reunión tome vuelos en cuanto nos ponemos a largar. A ver si cede la crudeza de la cuesta de enero y uno se hace más veces el visto en sitio hecho a la medida para intercambiar pareceres.

Miércoles. 29

Nunca he sido yo propenso a mantener relaciones fluidas con los políticos, sobre todo cuando éstos han estado disfrutando de cargos. Pues siempre he creído que el roce hace posible que uno lo pase muy mal cuando se ve obligado a recordarles cualquier comportamiento indebido. Con Francisco Márquez, me apresuro a decir que habré hablado tres o cuatro veces en mi vida. Y hasta quiero recordar que una vez quedé con él para entrevistarlo y faltó a la cita. Y recuerdo más: fue la primera vez que habiendo quedado con un político, que no pocos e importantes se sentaron a charlar conmigo, éste me dio plantón sin avisar. Válgame el introito para decir lo que sigue: resulta extraño que el asesor principal de nuestro alcalde, y dirigente principal de Caballas, haya salido a la palestra para decirnos que si se paga una factura de 18.000 euros por un informe “fotocopiado” y que no vale para nada, denunciará al Gobierno. Y, claro, uno que es partidario acérrimo de que se persigan todas las actuaciones de políticos que no sean ajustadas a las normas de buena conducta por la que han de regirse, ve aquí motivos más que suficientes de fobia contra el diputado del PP, por parte de Aróstegui. Incluso me atrevo a pensar que éste lo hace con el beneplácito de nuestro alcalde. Ya que meterles el dedo en el ojo al reseñado Márquez y al delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, es tarea que forma parte de los acuerdos a los que llegaron en su momento el trío formado por el empresario que fue concejal en su día, Vivas y Aróstegui. Me imagino que paco Márquez no se estará chupando el dedo. Y que estará siguiendo de cerca los pasos que vienen dando los que son conocidos como los fundadores del mejor consorcio de esta ciudad.

Jueves. 30

Quedo enterado por medio del periodista de cámara del gobierno local, y sobre todo fan de nuestro alcalde, de quien consigue cuanto se propone, que no es poco, de la entrevista que ha mantenido nuestro monterilla en Madrid con la secretaria general de Coordinación Autonómica y Local, Rosana Navarro. A la que le habrá contado el clásico cuento del alfajor acerca de cómo está llevando a cabo el plan de ajuste de las empresas municipales y demás asuntos correspondientes a la salud financiera y económica de la Ciudad. Me imagino, y creo estar muy cerca de lo que piensa la loca de la casa, a la que hay que atender aunque sin darle plena libertad, que doña Rosana habrá quedado exhausta tras haber aguantado la verborrea de nuestro alcalde. Y así se lo habrá hecho saber a Antonio Beteta: Secretario de Estado de Administraciones Públicas de España. Eso sí, sería impensable que la señora Navarro no le hubiera dicho también, debido a la amistad que se profesan, que la próxima vez apechugue él con el japonés de turno.

Viernes. 31

Lo he contado ya varias veces, pero la actualidad me obliga a tener que redoblar el tambor en relación con María Dolores de Cospedal. La primera vez que vino a Ceuta, de lo que hace ya varios años, alguien que todavía sigue siendo del PP a muerte, dijo de ella en la barra del Hotel Tryp, nada más verla, que no le gustaba un pelo la forma de comportarse de la actual secretaria general del partido y presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Y aclaró el porqué de su antipatía hacia la política que nos dio un curso acelerado de cómo se le pagó en diferido a Bárcenas. “Esta mujer, cada vez que abre la boca, repercute en contra de nuestro partido. Vamos, que nos quita votantes”. Ahora, sin cortarse lo más mínimo, nos dice, desde Valladolid, que sin el PP sólo existe la nada… Y se queda tan pancha. Y hasta no sé si terminaría fumándose un puro por su desdichada ocurrencia. Es lo mismo, más o menos, que dicen en esta ciudad quienes tratan de mantener a nuestro alcalde en la cresta de la ola: “Sin Vivas, qué sería de nosotros”. Pues la nada… “¿Me puede decir usted qué significa eso de la nada?”. Claro que sí, ateniéndome a la crónica de la nada que hizo Carmen Laforet, escritora catalana, en su libro Nada, ganador del primer Premio Nadal, le diré que se trata de la vida vulgar, triste y sombría –miserable, hambrienta y embrutecida, le añado yo- de los cuarenta en Barcelona y España en general. Donde los ricos eran muy ricos y muy pocos, y los muy pobres eran multitud y hasta se morían de tuberculosis -a edad temprana- por no tener para comer y, naturalmente, porque tampoco les era posible acceder a la penicilina. La señora De Cospedal, por tanto, nos advierte de que si no votamos a su partido, la nada será nuestro futuro. Aunque se olvida de que la nada está presente desde hace años en la vida de innumerables españoles. María Dolores de Cospedal debería ser cuidadosa con lo que dice. Con el fin de que sus meteduras de pata no sean tan clamorosas como indignas de una señora que suele darse tanto pote con su… mantilla.

Sábado. 1

Hoy nos hemos enterados de la muerte de un grande del fútbol español: grande como jugador, grande como entrenador y grande como seleccionador; al que le debemos en gran medida los triunfos de la Roja. Por cierto: nunca entendí cómo era posible que Luis Aragonés estuviera al frente de quienes disfrutaban mencionando a la selección con tan cursi calificativo. Y es que, entre otras muchas cosas, Aragonés se distinguía por tener un carácter poco dado a las tonterías de tres al cuarto. Un día le dije a Aragonés lo que sigue: Luis, cuando los sesenta estaban en su mitad, tú llegaste al viejo campo, Eduardo Dato, en el Puerto de Santa María, como futbolista del Betis, para jugar un partido amistoso. Llovía a mares. Y el campo estaba impracticable. Era un lodazal. A mí me concedió el entrenador la oportunidad de jugar la segunda parte. Y estuve cerca, muy cerca, del golpe franco que lanzaste, golpeando un balón de los de entonces y que pesaba, además, una tonelada. Y lo pusiste en sitio donde ningún portero habría llegado entonces ni ahora. Te lo dije un verano en la Ribera del Marisco del pueblo donde fui nacido, y logré que saliera a relucir ese gesto tuyo, de aceptación gozosa, tan propio del madrileño, en tu caso de Hortaleza, castizo porque sí.
 

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