Anteayer mantuve una conversación
con alguien con el que suelo hablar acerca de los problemas
del gobierno local y, sobre todo, de nuestro alcalde, del
que uno tiene la impresión, por no decir la certeza, de que
lleva muchísimo tiempo dando palos de ciego.
Ese alguien, merecedor de tanto respeto como también se ha
hecho acreedor a que yo silencie su nombre, debido a que
podría ser motivo de persecución, sabiendo cómo se las gasta
el admirador de Napoleón –sí, ese ser
acomplejadísimo, Fátima Hamed dixit-, me dijo que,
aunque él tiene asumida la mediocridad de Vivas como
político, causante además de su forma de proceder al azar,
sigue esperando que yo escriba algún día destacando algo
bueno de él.
Mi respuesta fue instantánea: debo decirte que cada mañana
me echo abajo de la cama deseando hallar el más leve indicio
de buen hacer por su parte con el fin de regalarle tres o
cuatro ditirambos adaptados a su buen comportamiento. Te
aseguro que anhelo encontrar cualquier resquicio para
hacerle el artículo a nuestro alcalde. Incluso has de
creerme que ardo en deseos de acometer ese artículo y que
pudiera aun servirle, en momentos tan complicados, para
alegrarle las pajarillas. Pero me resulta imposible. No me
da opción alguna.
-¿Me puedes decir, según tu modesto saber y entender,
Manolo, qué le pasa a Vivas, al margen de los errores
que viene cometiendo en el desempeño de su cargo, que han
sido graves, dicho sea de paso, para que se nos haya
revelado como un ser soberbio y acaparador de voluntades que
se mueven a su alrededor sin decir esta boca es mía?
Con tu pregunta, me pone a huevo el que pueda decir, una vez
más, algo que he venido aireando desde hace años: nuestro
alcalde hace ya mucho tiempo que decidió que lo más
conveniente para él era dejarse asesorar por Juan Luis
Aróstegui. Es más, cuando éste decidió hacerse con las
riendas de Caballas nuestro alcalde vio el cielo abierto. Y
me explico: porque habiendo fallado su primigenia intención
de convertirlo en su asesor todopoderoso, por mor del
rotundo no con el que respondieron Gordillo y Márquez
a tal designación, para Vivas fue un regalo entenderse con
Aróstegui y así controlar entre los dos el partido que cree
dirigir Mohamed Alí.
-¿Me puedes decir qué ha salido ganando Aróstegui con ese
pacto que no deja de ser, según tú, un secreto a voces?
Para Aróstegui ha sido la mejor jugada política que nunca
antes había hecho. Ni soñando despierto, quien corta el
bacalao en Caballas se hubiera imaginado que, cuando estaba
acabado como político, mal visto como sindicalista, y hasta
sumido en un mar de dudas en muchos sentidos, iba a
disfrutar de una posición de ordeno y mando en el gobierno
local.
Veamos. Lo primero que hizo Aróstegui es decirle a su gran
amigo Vivas que necesitaban, cuanto antes, darle el mejor de
los cobijos a un empresario de la tierra, que fue político
gobernante en su día, por las muchas cosas buenas que
hicieron los tres juntos. Hecho, respondió nuestro alcalde.
Una vez acordada la formación del trío más influyente de la
ciudad, se repartieron las misiones. Cada uno se encargaría
de atentar contra los enemigos del otro. Y así ha ido
funcionando la máquina de pensar torcidamente. Por parte del
triunvirato.
Voy a poner un solo ejemplo: la parte correspondiente a
Aróstegui consiste en meterle cada dos por tres el dedo en
el ojo a Francisco Antonio González y a Francisco
Márquez.
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