También han llegado a su fin, no
sé si para bien o simplemente para cambiar la imagen del
escaparate, esa imagen de algo que “huele al pasado” pero
que, hasta hoy, había venido dando buenos resultados.
Desde hace tiempo, en otros terrenos, se ha intentado hacer
desaparecer algunos de los envases que podrían ser
manipulados, y he dicho algunos, pero no todos, porque ahí
tenemos en las estanterías de ciertos establecimientos
botellas que son difíciles de falsificar y a su lado otro
tipo de botellas que pueden tener lo que marcan o pueden
tener, en ellas, un primo lejano de aquello que están
anunciando.
Me parece muy bien que se mire por el cliente, pero en la
cantidad, en la calidad y en el precio, no sólo en aquello
que llena mejor el escaparate.
Y es que, encima de la mesa, van a aparecer unos envases que
no se pueden rellenar, con lo que el aceite que contengan
será auténticamente el que está marcado en la etiqueta, pero
en la cocina ¿Se ha condimentado con aceite nueva o en los
fritangueos se lleva usando el mismo aceite tres días?.
El Gobierno, no me cabe la menos duda, se va preocupando,
quiere mejorar la imagen, pero es muy posible que se esté
quedando a medio camino, llega hasta donde puede llegar
cualquiera y no entra en la zona donde se mueven las
sartenes y donde los productos son tratados como es debido o
como no debieran tratarse.
Con todo, y con esta nueva normativa, escasamente un mes les
queda a los hosteleros, de Ceuta o de mi pueblo, para
retirar las aceiteras rellenables de encima de las mesas del
comedor o de la barra.
Se ha dado un paso, pero la zancada es demasiado corta y, a
duras penas, se va a poder avanzar para llegar a lo
sanamente deseable.
España que es el primer productor de aceite, y de aceite de
calidad, no podía dar la imagen que han venido dando ciertos
establecimientos, con unas aceiteras que no habían superado
los tiempos de Maricastaña. Ahora veremos si, en un
siguiente paso, se establecen marcas, grados y otras
características que estén apuntando, directamente, hacia
determinados lugares y firmas.
Mejor que se quede en sólo el cambio, con lo que podremos
usar aceite de Jaén, de la Vera, de las Hurdes o de donde
los precios sean más razonables y la calidad indiscutible.
Así, es un decir, el ciudadano puede tener una información
mejor de aquello que está consumiendo. A partir de aquí, y
siempre con lo mismo, ya hay hosteleros que han empezado a
hacer números y llegan a la conclusión de que esta norma les
va a encarecer el producto, en unos cuantos céntimos.
Volvemos a lo mismo, todo se organiza o se quiere organizar
y no se ve por donde puede salir beneficiado el consumidor.
Dejando de lado eso de los precios, los 5, 10 o los céntimos
que sean los que cuestan estas cápsulas, lo que sí queda muy
claro es que con esto higiénicamente salimos beneficiados.
En situaciones de este tipo, ya es curioso, el consumidor es
el último en opinar y, a veces, no se ha dado ni cuenta del
cambio que le están preparando, con lo que únicamente lo va
a percibir si a la hora de pagar le van a pedir 20 céntimos
de más.
Sea como sea, esta normativa lleva ya un mes funcionando.
Entró en vigor el día 1 de enero, por lo que no debería
extrañar a nadie que cualquier cliente empiece a pedir
envases que no se puedan reutilizar. Aquí, desde luego,
habrá menos protestas que en lo relativo a la Educación o al
Aborto. En algo tendría que pasar desapercibida la acción
del Gobierno del PP
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