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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE ENERO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

La doble moral de Juan Vivas

Por Ramón G.


En un actuación sin precedentes, como también lo ha sido la conducta de los funcionarios que han volteado el proceso de la reestructuración del sector público empresarial, el presidente de la Ciudad Juan Vivas ha situado las identidades de los “causantes” de esta afrenta público-administrativa, en el paredón del Boletín Oficial de la Ciudad y el pasado viernes, todo el pueblo pudo conocer los nombres y apellidos de aquellos que han osado dejar con sus posaderas al aire a Juan Vivas.

De esta manera, como si se sacara a la plaza pública a un grupo de malhechores, estos “atrevidos” funcionarios que han demostrado superior capacidad que los adláteres de Juan Vivas, esos “pelotas” oficiales dispuestos a firmar informes a medida, les han dejado en precario y con la evidencia de que el proceso de reordenación del sector público empresarial, tenía más agujeros que una zarabanda. Y haciendo aguas por todos sitios, escaso futuro podía tener, como tal ha sido. Luego se querrá poner el foco de las diatribas en unos cuantos que han demostrado ser más avispados y preparados que aquéllos que llevaron a Juan Vivas por el camino equivocado y le han hecho fracasar.

Sin embargo, no es de recibo hacer, por ejemplo una defensa a ultranza del Interventor y descubrir las identidades de quienes han sido tan escrupulosos, honrados y preparados, de descubrir y descubrirnos, los fallos de un proceso que ahora con la anulación.

Juan Vivas, funcionario ejemplar, defensor siempre a ultranza de sus compañeros, ha demostrado en esta oportunidad menos protección para sus funcionarios, y a todos nos queda la duda si ha sido por llevarle la contraria o porque su doble moral le conduce a distinguir entre funcionarios afines y los que no lo son, a quienes trata como “apestados”.

Desde un punto de vista sensato, lo que no puede tenerse es a funcionarios válidos, preparados, de intachable trayectoria, en situación postergada, marginada (laboralmente), al sin aprovechar sus potencialidades como tal y, para sarcasmo sean ellos, precisamente, los que han protagonizado los recursos que dieron al traste con las pretensiones de Juan Vivas, una vez más, catastróficamente mal asesorado.

El empecinamiento de Juan Vivas por rodearse de la mediocridad le ha supuesto no pocos disgustos y contrariedades. Y así le va, o no aprende o es verdaderamente masoquista y gusta de mortificarse con el flagelo de golpes administrativos de toda índole.

Un Gobierno tan zozobrante, tan desasistido en cuanto al asesoramiento, es propicio a la equivocación y aunque todos tenemos el sagrado riesgo de equivocarnos, si encima, a conciencia, no nos dejamos asesorar, pues la situación no es que sea grave, sino de una estulticia atroz, de torpeza infinita y de despropósito continuo.

Con estas actuaciones, bien puede decirse que este Gobierno no es que juegue al despìste, es que, sencillamente, lo hace para enviarnos a todos al psiquiatra, al decir una vez una cosa y al poco, la contraria con idénticos argumentos lo que conlleva una enorme dosis de necedad: su estulticia radica en no querer aprender (de los errores). Y un Gobierno que hace de la ignorancia su fórmula de actuación es el desencadenante más disparatado de cómo ejercer con los peores instrumentos, el poder que el pueblo le ha delegado para la gestión política.

Si ahora su mezquina venganza es poner en la diana de la opinión pública y de la oficialidad del Boletín de la Ciudad a un grupo de funcionarios que protagonizaron los recursos contra el proceso de la reordenación del sector público empresarial, su sentido de la responsabilidad y de respeto hacia el sector funcionarial deja mucho que desear y da bastante (mal) que pensar.

Si el mensaje bíblico hablaba de que “por sus hechos les conoceréis”, Juan Vivas ya sabemos como se las gasta y deja su impronta muy clara: está más que visto cómo se prodiga, con aquéllos que no le ríen las gracias.¡Al paredón o al Boletín Oficial de la Ciudad!
 

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