Está claro que no van por
separado, sino que son los sindicatos una especie de correa
de transmisión de su partido político correspondiente.
Y naturalmente, en el caso de la UGT y que nadie lo ponga en
tela de juicio, ha sido, es y seguirá siendo esa correa de
transmisión del PSOE, por mucho que lo quieran disimular,
los unos o los otros.
Y ahora, cuando el PSOE no está en sus mejores momentos,
porque el “primer espada” del partido Pérez Rubalcaba no se
sabe si está, si se le espera o si se le está abriendo la
puerta para que se vaya y deje el paso libre a otros que no
estén tan marcados, ni tan manchados como ya está él, en
esta circunstancia es UGT, el clásico sindicato de los
trabajadores, que cada vez tiene menos de eso, el que está
pagando las consecuencias de las cosas mal hechas, desde
ellos mismos y desde el partido al que vienen apoyando.
Y es que, desde dentro y desde fuera, la gente se cansa de
ver siempre las mismas caras y ver como, desde hace dos
generaciones, viene apareciendo, en primer lugar del
sindicato, la misma cara, he dicho la y no el, con el mismo
repertorio y con la misma imagen que, a decir verdad, no es
nada atractiva, sin aportar nada nuevo. Éste está actuando
de forma que se le puede ir segando la hierba bajo los pies,
y lo que es peor, no tanto al secretario Cándido Méndez,
como al propio sindicato, que parece que sigue en los mismos
planteamientos de la década de los 70 del pasado siglo, con
la particularidad de que entonces se actuaba con ilusión,
mientras que ahora se va con el ansia de conseguir más
subvenciones, para vivir mejor y de paso ser menos
trabajadores.
La situación parte de estos principios, y a lo largo de toda
nuestra geografía hispana, hablar de UGT es hablar de algo
que va perdiendo la seriedad, si es que antes la tuvo, al
mostrarse como algo poco serio, cada vez menos deseable y
lleno de interrogantes, muchas de ellas, es cierto,
interrogantes, simplemente, retóricas.
UGT, es cierto, ha dado mucho la cara, cada vez que hubo
elecciones, para favorecer a su partido y mientras este
partido tuvo poder, a la UGT no le faltó una buena
subvención, mientras que cuando el PSOE ha dejado de tocar
pelo, UGT ha dejado de estar en cabeza, ha perdido mucho
terreno.
De todas formas, hay una zona que, aunque sin mayoría, sus
correligionarios, con pactos que deberían avergonzar a
cualquiera de sus militantes, siguen manteniendo el poder,
me refiero, naturalmente, a Andalucía y será precisamente en
Andalucía, donde la UGT ha aparecido como el niño feo con el
que no quieren jugar los demás nenes, por lo que no es
extraño que, incluso desde Ceuta, se empiece a levantar la
voz, por parte de la propia UGT, en el sentido de que hay
una campaña de acoso y derribo contra UGT, palabras de
Antonio Gil que marcan el estado de ánimo, por parte de los
padres del sindicato de los socialistas.
Y es que, aquí no tienen mucho que pelear, cumplen y ya
está, pero los escándalos de Andalucía, que no han sido
capaces de desmontar, nos dicen muy a las claras que, juntos
y revueltos con su partido político, han caído en el mismo
tipo de defectos que, a cada instante, vienen cayendo los
partidos políticos, al menos los que ya han tocado pelo.
La UGT no lo está teniendo muy claro, especialmente si se
lleva a cabo la decisión de la Comisión Europea de
investigar las ayudas comunitarias concedidas a esta UGT de
Andalucía para financiar un proyecto de formación.
Es el foco de todos los males que concurren en el sindicato
y que, o aclara muy bien todo, o se ve envuelto en el más
grande de los escándalos con dinero público.
Dice Antonio Gil que “la UGT jugó un papel muy importante en
las últimas elecciones andaluzas y eso no se ha perdonado”.
Antonio Gil dice una verdad y, también, una “mentira”,
porque es cierta esa actividad cuando las elecciones – lo
dice-, pero también es cierto lo del dinero y esto lo calla,
para ser suaves en la afirmación.
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