Burgos fue la ciudad donde yo vi
nevar por primera vez. De ello hace muchos años –una pila,
un montón de años-. Cuando aún mis 20 primaveras estaban en
los chirlos mirlos. Que ya es estar lejos algo. La nieve me
sorprendió ante la fachada de la Catedral de Burgos. Y a fe
que la disfruté de lo lindo. Quizá porque no sabía lo que me
esperaba -por la tarde- en el campo de Zatorre. Cuyo terreno
de juego era tan inclemente como ducharse con agua casi
congelada al término del partido.
He recordado lo contado gracias a la revuelta popular que se
ha venido produciendo por parte de los vecinos del barrio
Gamonal de la capital castellana. Y que hemos podido ver por
medio de la televisión. Motivada porque el alcalde,
Javier Lacalle, perteneciente al Partido Popular, se
había empeñado en hacer una obra faraónica en un barrio
castigado duramente por mor de la tan cacareada crisis
económica.
La rebelión adoptada por los habitantes de ese barrio
burgalés, porque están que trinan por la dureza de la crisis
económica y social que están padeciendo los españoles más
modestos, ha sido tan seguida como capaz de contagiar a
muchos otros ciudadanos de diversas capitales. De ahí el
miedo de los gobernantes a que, una vez encendida la mecha
de las protestas enfurecidas, pudiera propiciarse un
desorden total de consecuencias impredecibles.
Así que a nadie pueda extrañar, como ya han apuntado algunos
comentaristas, que la marcha atrás del alcalde Lacalle se ha
debido a que Mariano Rajoy le ha dicho: Alcalde di,
inmediatamente, que el bulevar fatídico no se va a realizar
nunca. Y además tápate cuanto antes. Y no salgas al ruedo
político hasta nueva orden. Lo que no se sabe es si el
presidente del Gobierno le ha recomendado, también, al
regidor burgalés que haga todo lo posible por no dejarse ver
con personajes corruptos.
Los alcaldes con mayoría absoluta, como el de Burgos, están
convencidos de que su poder es omnímodo. Y piensan que esa
mayoría les permite hacer lo que les salga de sus
adminículos. Que es lo que intentaba hacer el tal Lacalle
teniendo como socio a un empresario que es dueño de varios
medios de comunicación en Burgos y en otras ciudades de
Castilla y León.
Y si el caso acaecido en el barrio Gamonal burgalés me ha
hecho recordar que fue en esa ciudad castellana donde yo vi
nevar por primera vez, no es menos cierto que asimismo me da
pie para que saque a colación que nuestro alcalde,
aprovechando sus mayorías absolutas, quería, no hace mucho,
hacer un puente que le hiciera sombra al de Brooklyn. Del
que dicen que se quedó prendado cuando estuvo en Nueva York,
tras haber visitado la Casa Blanca, requerido por Obama
en visita tan privada que de ella jamás se su supo nada.
Aquí, sin embargo, cuando Vivas anunció la gran obra de la
Marina, aprovechando que es necesario reformar un garaje que
se anega cuando llueve, la gente guardó un sepulcral
silencio. Ya que, según nuestro alcalde, el puente serviría
además para ensanchar unas aceras que dejan a varios
comercios sin clientes. Ante semejante chorrada, en esta
ciudad sí hubo un periódico que no se cansó de airear que
nuestro alcalde estaba provocando a los ciudadanos, en
tiempo de crisis, con su deseo de construir un puente más
afamado que el de NY. Debido a su enorme deseo de pasar a la
posteridad como un político de alto copete. El asunto se
desinfló en parte. Los vecinos del barrio Gamonal han
indicado el camino.
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