Los desórdenes provocados por las
reyertas entre los inmigrantes de origen argelino en la zona
portuaria son un problema que supera las competencias de la
propia Autoridad Portuaria y que requiere de la decidida
intervención de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado para evitarlos. Los sucesos ocurridos ayer son un
desencadenante que no debería afectar al ciudadano ajeno a
los conflictos de estos ilegales, ya que sería un grave
problema de seguridad ciudadana, que alguien ajeno a sus
reyertas se pudiera ver afectado por las consecuencias de
las mismas. Además, los depósitos de combustible situados en
la zona, son un detonante demasiado peligroso como para
permitir disputas de esta naturaleza en sus cercanías, sin
que la fuerzas policiales competentes intervengan para
prevenir y evitar estos conflictos.
La llegada de inmigrantes es sinónimo para algunos sectores
de la sociedad de delincuencia con independencia del factor
humano que le es consustancial. Por ello, situaciones como
las que recogemos en esta edición entre argelinos, no hacen
mas que darle la razón a quienes ven la llegada de ilegales
como un foco de conflictividad y un problema social
trasladado al mundo de la delincuencia mas que al factor
humanitario. Y es que el ámbito de la necesidad, la propia
penuria en la que se desenvuelven, las restricciones que han
de sufrir, les acerca a las conductas violentas. Dirimir sus
diferencias con los surtidores de gasolina de por medio es
una forma explosiva de conducirse. Y atentar a la seguridad
con tanta ligereza y frivolidad, es un asunto que ha de
preocupar a nuestras autoridades. Ceuta que presume de
convivencia, solidaridad y sentimiento de acogida, no puede
aceptar que nuestras calles o la zona portuaria, se
conviertan en un polvorín desestabilizado.
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