Por si alguien no lo sabe aún, no
tengo el menor inconveniente en redoblar el tambor: nuestro
alcalde ha estado siempre en deuda con Juan Luis
Aróstegui; por ser éste quien dio el visto bueno para
que pudiera ser nombrado en su día, siendo alcalde
Aurelio Puya, director gerente de Procesa. Un chollo
para un funcionario que manejó todo lo manejable y que le
otorgó un poder superior al de todos los cargos políticos
durante muchos años.
Fue entonces, y perdonen mi insistencia, cuando se forjó la
amistad íntima entre ambos; es decir, entre el funcionario
Vivas -tenido ya, en aquel tiempo, como la más
refulgente lumbrera que había pasado por el Ayuntamiento- y
el archiconocido aspirante a Che Guevara, por
considerarse la persona más inteligente de esta ciudad –Aróstegui
dixit-.
Amistad que ha perdurado a lo largo del tiempo, con
altibajos, claro que sí, como todas las amistades marcadas a
fuego por intereses particulares, pero que lleva años
viviendo su momento cumbre. Lo cual se traduce en un grado
máximo de entendimiento en una pareja tan bien avenida que
podría ser comparada con la que forman Iker Casillas
y Xavi Hernández en el apartado futbolístico. Por ser
ambos, es decir, nuestro alcalde y el principal dirigente de
Caballas, los dos valores más importantes de la política
local. Ejemplos vivos de un modo de ser donde priman la
cordura, el buen hacer, la bonhomía, y, sobre todo, la
generosidad que los viene distinguiendo.
Generosidad es palabra a la que se han hecho merecedores por
haber decidido dar marcha atrás en la reforma de las
sociedades municipales. De no haber sido por los dos linces
de la política local, siempre cogidos de la mano cuando se
trata de defender los derechos de los ciudadanos, no quiero
ni pensar en el futuro que les habría esperado a los
empleados públicos.
El futuro de los empleados públicos, que espero y deseo que
sea el mejor, no sé cómo será, pero sí sé que el
correspondiente al delegado del Gobierno está siendo
boicoteado por el amigo íntimo de nuestro alcalde.
El amigo íntimo de nuestro alcalde, que además de ser líder
de Caballas es, también, asesor principal del monterilla, ha
dicho, en su habitual artículo de los jueves, que
Francisco Antonio González ha cometido ya tantos
disparates como para que en Madrid se empiece a pensar en su
relevo. Su petición, como es costumbre en la pareja de
Vivas, está estampada de insultos contra Pacoantonio. Sin
que nadie en el PP, al menos yo no lo he visto todavía, haya
salido al paso de un escrito preñado de mala intención. De
tan mala intención, que uno, que antes tenía las mínimas
dudas en relación con lo que sigue, éstas se me han disipado
y me permiten decir que los mayores enemigos, los más
acérrimos, los tiene el delegado del Gobierno entre los
suyos.
Sí, ya sé que Pacoantonio, debido a sus muchos años viviendo
la política activa, conoce todos sus entresijos y, por
tanto, es sabedor de la mano que tiene asida la daga
traidora dispuesta contra él. Y que a veces, muchas veces,
ha de hacer verdaderos esfuerzos de contención para no
perder los nervios y cantarle las verdades a quien no deja
de azuzar a Aróstegui contra él. Porque, en caso de darle
prioridad al desfogue, se armaría un pitote endiablado en la
ciudad. Y no está la situación como para que el delegado del
Gobierno caiga en la trampa que le tienden sin cesar.
Traición que se percibe a mil leguas.
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