Hace algunas fechas que alguien
dejó entrever en las páginas de este diario que el Gobierno
de Vivas no tenía la estabilidad ni la fuerza suficiente
como afrontar los retos que le demanda la sociedad ceutí
Con un presidente más dado a los números que a la política
de fondo y con un vicepresidente en la sombra, el Ejecutivo
ceutí va dando tumbos a cada paso que da y a cada proyecto
que emprende. La suerte, por decir algo, le está siendo
esquiva y cada vez que inicia un proceso de envergadura,
siempre justificándolo en que cuenta con todos los informes
necesarios favorables, al final se ve obligado a tener que
abandonarlo, dar marcha atrás o como quiera que Yolanda Bel
desee llamarlo.
La sociedad caballa está ya harta de escuchar que donde dije
digo ahora digo Diego, o lo que es lo mismo, donde anuncio
un macroproyecto como el de la remodelación de la Marina,
una parte se quede en el corazoncito de Susana Román y la
otra en unas obras a realizar obligados por una orden
judicial.
Pero si la aventura marinera es grave, la de la
reestructuración se podría calificar como el remate. No hay
mente humana que alcance a comprender como un proceso, que
contaba con los informes técnicos favorables, pueda ser
noqueado en el primer asalto por unos recursos
confeccionados por personal de la casa. Está claro que
cualquiera en su sano juicio no hubiese perdido un minuto de
su tiempo para poner al frente de la gestión de esta
Administración a esas personas, que han demostrado que se
conocen la legislación al dedillo y que están más que
capacitadas para redactar informes que den respaldo y
seguridad a cualquier proyecto que se emprenda, Por último,
el recurso de la FSP sobre la nulidad de la libre
designación de tesorero es interventor. La pregunta es
obligada ¿Hasta cuándo?
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