Partiendo del principio inexcusable que la protección del
empleo es prioritaria, en la controvertida maniobra de
conversión de las sociedades municipales en organismos
autónomos y de éstos, nuevamente, en sociedades municipales
–lo que se ha dado en llamar la “marcha atrás”, una más, del
Gobierno Vivas-, la auténtica realidad es que ni se ha sido
prudente ni responsable en el procedimiento como nos ha
querido hacer ver Juan Vivas, porque si hubiera existido un
mínimo principio de prudencia, debería haber recurrido a
toda esa pléyade de técnicos (incluida Pepi Álvarez que le
ha sacado los colores con su recurso) para contar con un
asesoramiento acorde con la dimensión del asunto.
Sin embargo, cuando un Gobierno mediocre se deja llevar por
la prepotencia y la argucia, recurre a técnicos “de su
confianza” para que le confeccionen informes a medida de sus
pretensiones, pasa lo que pasa: el fiasco total, la
vergüenza pública, el bochorno innecesario y, en definitiva,
el fracaso en una “operación” de gran calado que ha
requerido tiempo ¿y dinero?
Partir con ventaja poniendo en juego sobre el tapete del
ajedrez político el “mantenimiento del empleo estructural”
para después maniobrar al antojo que más convenga, no es
jugar limpio. El Gobierno, con este procedimiento se ha
quedado con el personal: con los sindicatos, con los
trabajadores, y quien sabe, si con la oposición, ya que todo
el colectivo se ha dejado llevar por el “mantenimiento del
empleo” como caramelo envenenado que utiliza el Gobierno
para lograr sus propósitos.
Por el camino, le ha surgido alguna funcionaria como Pepi
Álvarez que le ha salido respondona y le ha volteado el
chiringuito a Vivas. ”. Una forma de demostrar que no se
actúa con rigor, ni con responsabilidad y, desde luego,
mucho menos, con prudencia. Si se hubiera hecho así ¿cómo
iba a producirse el ridículo tan espantoso al que se ha dado
lugar?
La mediocridad sólo trae estos sobresaltos. Y todo por no
agarrar el toro por los cuernos. Las sociedades están
sobredimensionadas de clientelismo político. De unos y de
otros. De los que llevan 12 años gobernando (el señor Vivas,
por ejemplo), con mayor hegemonía que otros que lo hicieron
en un suspiro. Con independencia de que hay que proteger el
empleo en la capital europea del desempleo, lo que también
hay que hacer es que, esa sobredimensión de personal, ha de
rentabilizar los recursos humanos y poner a trabajar a
quienes se encuentren a nivel de productividad en precario.
Habrá que poner la máquina en marcha, aprovechar para que la
estructura no sea improductiva, inoperante, baldía y abordar
su rentabilidad a calzón quitado.
La gestión de engorde de las sociedades (y perdón por el
término “engorde”) ni se corresponde con la responsabilidad
de un Gobierno escrupuloso ni con un sentido de la prudencia
del que se carece. Mirar para otro lado cuando hay problemas
no es actuar correctamente y variar de rumbo constantemente,
tampoco. Si se alude por parte del jefe del Ejecutivo que
hay que eliminar ineficacias y duplicidades, será porque
implícitamente está reconociendo que existen, luego entona
el “mea culpa” en un alarde de mala conciencia que clama al
cielo.
Se está jugando con los trabajadores de manera
desconsiderada al decirles un día una cosa y al siguiente la
contraria. Bajo un prisma de credibilidad cero, este
Gobierno indeciso, dubitativo, caduco y desorientado,
pretende extender sus síntomas de decrepitud a todos los
ciudadanos.
No hay brújula, no hay timonel y el barco va a la deriva. Ya
ha desbarrado más de la cuenta; también ha encallado en
numerosas ocasiones y navega zozobrando con claros síntomas
de naufragar más pronto que tarde para, llegado el momento,
gritar el timonel con fruición: “¡Sálvese quien pueda!”
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