Juan Vivas es funcionario
de carrera desde tiempo inmemorial. Y, desde el primer
momento en que puso los pies en el edificio municipal,
alguien se dedicó a decir que había llegado al Ayuntamiento
un muchacho sobrado de talento y de buenas maneras y que
estaba destinado a ser figura principalísima de la
Administración Local.
En los ochenta, durante las reuniones a la hora del
aperitivo en sitio concurrido al efecto, raro era el día en
que el alcalde de turno o cualquier concejal no estuvieran
dispuestos a hacerle el artículo a JV. Ningún inconveniente
tenían en adjudicarle fama de lumbrera, y lo hacían dando
muestras visibles de ser rendidos admiradores de él.
Mediante semejantes altavoces propagandísticos, el
funcionario Vivas tardó nada y menos en ser tenido por
persona de gran sabiduría y dispuesta siempre a ilustrar a
todos los demás. Y, claro, su vida como funcionario alcanzó
fama inusitada y todos los políticos con cargos lo
reclamaban a cada paso. Al mismo tiempo que los funcionarios
de más edad se miraban sorprendidos ante lo que ellos
consideraban que no dejaba de ser todo un bluff.
La apoteosis de Vivas fue cuando Aurelio Puya, siendo
alcalde, lo nombre Director Gerente de PROCESA, con el
beneplácito, naturalmente, de Juan Luis Aróstegui.
Que era quien realmente partía el bacalao, entonces, en el
Ayuntamiento. A partir de ese momento, el despacho de
PROCESA fue el rincón de seguridad de un funcionario gris,
que se aburría con sus obligaciones en la ‘Casa Grande’, y,
en cambio, se lo pasaba maravillosamente haciendo informes
extensos, con letra redondeada, y que todos terminaban en la
papelera. Informes tan inválidos como los consejos que
repartía a discreción desde su retiro dorado en la calle
Independencia.
De ahí data la amistad entrañable que se forjó entre él y
Aróstegui. Debido a que los dos se entendían perfectamente.
Y ambos se reían a mandíbula batiente de funcionarios y
políticos. Convencidos ambos de que eran las personas más
inteligentes de esta ciudad. Todo ello, y mucho más, lo
recuerdo más que bien; como asimismo me parece estar viendo
la cara de una secretaria descompuesta por tener a un jefe
que se afirmaba en su cargo evidenciando autoridad con el
inferior.
Lo mejor de aquel entonces fue la idea que ambos tuvieron
sobre la necesidad que había de montar una central lechera
en Ceuta. A la que querían residenciar en un paraje de Benzú.
Proyecto que acabó de manera esperpéntica. Como todos los
proyectos en los que han participado el secretario general
de CCOO y nuestro alcalde. Y qué decir de lo que hicieron
durante años en el entonces conocido como Instituto
Municipal de Deportes.
En realidad, y conviene destacarlo más que nunca, la amistad
de nuestro alcalde con Aróstegui nunca fue buena para esta
ciudad. Por más que uno ganara en su momento fama de
lumbrera y el otro fuera evolucionando de ser un imitador
mamarrachero del Che Guevara a un aliado permanente
del Partido Popular, por medio de la rama de los ideales (!)
de nuestro alcalde.
El último ejemplo lo estamos viviendo ahora con la marcha
atrás dada por el Gobierno que preside Vivas en el caso de
la reforma de las empresas municipales. Donde se ha
demostrado que Vivas sigue siendo un negado gracias a los
recursos presentados por funcionarios. En tanto que
Aróstegui ha logrado que los sindicatos pierdan el adarme de
crédito que tenían. Los dos tienen mal bajío.
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