El mensaje bíblico ya presagiaba: “Por sus hechos les
conoceréis”. Y en efecto, así parece estigmatizar al
Gobierno de Juan Vivas su comportamiento, con el
desencadenante de la “marcha atrás” adoptada en el proceso
“interruptus” de la reestructuración del sector público
empresarial que, en unos momentos, en los que el Gobierno de
la nación se debate sobre la reforma de la Ley del aborto,
aquí en Ceuta, parece que se opta por un sistema mucho más
tradicional como es el de “la marcha atrás”. Un método que,
políticamente tiene sus riesgos, aún cuando el bueno de Juan
Vivas quiera desnaturalizar este “embarazoso” asunto,
planteando ahora a los sindicatos, impidiendo el logro de lo
que se entendía como un final feliz para tantos empleados
públicos.
Los recursos planteados por algunos funcionarios han
impedido que lo que parecía un feliz alumbramiento logrado
con la alegría que corresponde y, miren por dónde, resulta
que lo beneficioso antaño ahora resulta menos placentero y
hay que recuperar el “statutu quo”, en forma de marcha
atrás, como si se sexualizara el proceso administrativo que
se emprendió con todos los parabienes.
Con esta conducta, queda demostrado bien a las claras que
este Gobierno está caduco, ejerce una gestión penosa y actúa
dando bandazos, hasta el punto que los propios técnicos
están desconcertados y son los primeros contrariados por una
situación que les deja en entredicho. Así parece demostrarlo
la respuesta de uno de ellos ante la pregunta de un amigo:
-¿Tú, qué eres ahora empresa u organismo?
-Yo soy gilipollas.- contesta
Este es el sentimiento, la percepción de quienes formaban
parte de sociedades municipales antes, de organismos
autónomos después y de no se sabe qué en los últimos
momentos. Y a todo esto, el gasto de tiempo y dinero, ¿quién
lo afronta? Los hay que consideran que este Gobierno los
toma por tontos y se enfadan aún más. Además, la falta de
credibilidad del Ejecutivo de Vivas es un factor añadido:
antes se ponía en riesgo la estabilidad laboral, ahora se
dice que no ¿y mañana qué se dirá? “No sabemos qué creer ni
a quién creer”, se lamentan otros.
Un Gobierno al que le falla el capítulo de la Comunicación,
que carece de estrategia informativa y que pone en peligro
su imagen pública, va a la deriva. Y por si faltaba algo,
descubierta la reunión Vivas-Aróstegui, se configura una
dependencia que le lleva al fracaso. Así lo planteaba José
Antonio Carracao: “Ese manoseo entre el señor Vivas y el
señor Aróstegui nos está llevando a una situación
insostenible”. Y es que, el denominado “sotto voce”
vicepresidente primero del Gobierno del PP en la sombra,
“arrastra” a Juan Vivas al precipicio, en esa dinámica tan
característica del PSPC del “sí, pero no”. Es decir, la
fórmula del “ni sí ni no, sino todo lo contrario”. A este
paso, Vivas acabará en un psiquiátrico.
El problema de este equipo de Gobierno es que nadie asume
responsabilidades políticas. Haga lo que haga y perjudique
lo que perjudique. Durante todo este tiempo se ha perdido
éste y las consecuencias de la gestión no han podido ser más
calamitosas. Se hace necesario convocar y celebrar un Pleno
extraordinario para deshacer lo acordado en la
reestructuración del sector público empresarial. ¿Cómo y
cuándo cobrarán los proveedores con este cambio?
Este ejercicio de gestión personalista de Juan Vivas, este
agotamiento del que da muestras el Gobierno, estos
comportamientos desconcertantes y “marchas atrás”,
demuestran un encefalograma político plano y una gestión
catastrófica.
El panorama desolador sin consejero de Economía, Hacienda y
Recursos Humanos (por enfermedad), sin Interventor (en
situación de baja), con su cargo, el de Tesorero y el de
Secretaria General, en el aíre, con actuaciones llevadas por
el desconcierto (marcha atrás en el proyecto de la Marina
como mejor y mas reciente ejemplo), da muestras que este
Gobierno va sin rumbo y funciona a impulsos.
Vivas quema a sus consejeros como Rajoy lo hace con sus
ministros. Guillermo Martínez, Emilio Carreira, Yolanda Bel…
son ejemplos vivos y recientes. Después de 12 años, este
Gobierno parece que no da para más y no cesa de generar
sobresaltos, para desdecirse de lo que hace o para sembrar
la confusión y la duda a cada dos por tres.
El penúltimo episodio de la reestructuración del sector
público empresarial es un ejemplo palpable de cómo se puede
despistar a propios y extraños con argumentos que, lo mismo
valen para un cosido que para un descosido: lo que era un
peligro como sociedad municipal y no lo era como organismo
autónomo, ahora parece que es al contrario. Una ceremonia de
la confusión sin solución de continuidad. Un jeglorífico
político que, a modo de sopa de letras, nos sume en un
profundo desconcierto. O se pone orden de una vez o, a este
paso, nos volvemos todos locos.
El argumento para deshacer las sociedades municipales y
pasarlas a organismos autónomos y después volverlas a como
estaban, es propio de una película de los Hermanos Marx. Un
puro sarcasmo que, por tratarse de empleo, no tiene ninguna
gracia. Sin embargo, ésta es una política de risa: sin rigor
y con mucho rubor.
|