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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE ENERO DE 2014

 
OPINIÓN / ANALISIS

El Gobierno de la “marcha atrás”

Por Alejandro S.


El mensaje bíblico ya presagiaba: “Por sus hechos les conoceréis”. Y en efecto, así parece estigmatizar al Gobierno de Juan Vivas su comportamiento, con el desencadenante de la “marcha atrás” adoptada en el proceso “interruptus” de la reestructuración del sector público empresarial que, en unos momentos, en los que el Gobierno de la nación se debate sobre la reforma de la Ley del aborto, aquí en Ceuta, parece que se opta por un sistema mucho más tradicional como es el de “la marcha atrás”. Un método que, políticamente tiene sus riesgos, aún cuando el bueno de Juan Vivas quiera desnaturalizar este “embarazoso” asunto, planteando ahora a los sindicatos, impidiendo el logro de lo que se entendía como un final feliz para tantos empleados públicos.

Los recursos planteados por algunos funcionarios han impedido que lo que parecía un feliz alumbramiento logrado con la alegría que corresponde y, miren por dónde, resulta que lo beneficioso antaño ahora resulta menos placentero y hay que recuperar el “statutu quo”, en forma de marcha atrás, como si se sexualizara el proceso administrativo que se emprendió con todos los parabienes.

Con esta conducta, queda demostrado bien a las claras que este Gobierno está caduco, ejerce una gestión penosa y actúa dando bandazos, hasta el punto que los propios técnicos están desconcertados y son los primeros contrariados por una situación que les deja en entredicho. Así parece demostrarlo la respuesta de uno de ellos ante la pregunta de un amigo:

-¿Tú, qué eres ahora empresa u organismo?

-Yo soy gilipollas.- contesta

Este es el sentimiento, la percepción de quienes formaban parte de sociedades municipales antes, de organismos autónomos después y de no se sabe qué en los últimos momentos. Y a todo esto, el gasto de tiempo y dinero, ¿quién lo afronta? Los hay que consideran que este Gobierno los toma por tontos y se enfadan aún más. Además, la falta de credibilidad del Ejecutivo de Vivas es un factor añadido: antes se ponía en riesgo la estabilidad laboral, ahora se dice que no ¿y mañana qué se dirá? “No sabemos qué creer ni a quién creer”, se lamentan otros.

Un Gobierno al que le falla el capítulo de la Comunicación, que carece de estrategia informativa y que pone en peligro su imagen pública, va a la deriva. Y por si faltaba algo, descubierta la reunión Vivas-Aróstegui, se configura una dependencia que le lleva al fracaso. Así lo planteaba José Antonio Carracao: “Ese manoseo entre el señor Vivas y el señor Aróstegui nos está llevando a una situación insostenible”. Y es que, el denominado “sotto voce” vicepresidente primero del Gobierno del PP en la sombra, “arrastra” a Juan Vivas al precipicio, en esa dinámica tan característica del PSPC del “sí, pero no”. Es decir, la fórmula del “ni sí ni no, sino todo lo contrario”. A este paso, Vivas acabará en un psiquiátrico.

El problema de este equipo de Gobierno es que nadie asume responsabilidades políticas. Haga lo que haga y perjudique lo que perjudique. Durante todo este tiempo se ha perdido éste y las consecuencias de la gestión no han podido ser más calamitosas. Se hace necesario convocar y celebrar un Pleno extraordinario para deshacer lo acordado en la reestructuración del sector público empresarial. ¿Cómo y cuándo cobrarán los proveedores con este cambio?

Este ejercicio de gestión personalista de Juan Vivas, este agotamiento del que da muestras el Gobierno, estos comportamientos desconcertantes y “marchas atrás”, demuestran un encefalograma político plano y una gestión catastrófica.

El panorama desolador sin consejero de Economía, Hacienda y Recursos Humanos (por enfermedad), sin Interventor (en situación de baja), con su cargo, el de Tesorero y el de Secretaria General, en el aíre, con actuaciones llevadas por el desconcierto (marcha atrás en el proyecto de la Marina como mejor y mas reciente ejemplo), da muestras que este Gobierno va sin rumbo y funciona a impulsos.

Vivas quema a sus consejeros como Rajoy lo hace con sus ministros. Guillermo Martínez, Emilio Carreira, Yolanda Bel… son ejemplos vivos y recientes. Después de 12 años, este Gobierno parece que no da para más y no cesa de generar sobresaltos, para desdecirse de lo que hace o para sembrar la confusión y la duda a cada dos por tres.

El penúltimo episodio de la reestructuración del sector público empresarial es un ejemplo palpable de cómo se puede despistar a propios y extraños con argumentos que, lo mismo valen para un cosido que para un descosido: lo que era un peligro como sociedad municipal y no lo era como organismo autónomo, ahora parece que es al contrario. Una ceremonia de la confusión sin solución de continuidad. Un jeglorífico político que, a modo de sopa de letras, nos sume en un profundo desconcierto. O se pone orden de una vez o, a este paso, nos volvemos todos locos.

El argumento para deshacer las sociedades municipales y pasarlas a organismos autónomos y después volverlas a como estaban, es propio de una película de los Hermanos Marx. Un puro sarcasmo que, por tratarse de empleo, no tiene ninguna gracia. Sin embargo, ésta es una política de risa: sin rigor y con mucho rubor.
 

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