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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE ENERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los errores de nuestro alcalde son ya muchos


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Nuestro alcalde ha manifestado que no procede llevar a cabo la nueva estructura de las empresas municipales. Después de tanto alardear de que la reforma no tenía vuelta de hoja, sale ahora diciendo que nones.

Pero lo malo de que se haya retractado nuestro alcalde es, sin duda alguna, que deja a setecientos empleados sumidos en la duda a la que los aboca una situación de precariedad. Una situación insegura e inestable, que les causará malestar a casi todos ellos. Una especie de distonía neurovegetativa propiciada por un estado de nervios insoportable.

Así que lo primero que se impone es pedir a gritos que los puestos de trabajo sean respetados por encima de todo. No vaya a ser que nuestro alcalde decida salir a palestra, dentro de unos meses, para anunciar, con gesto compungido, que no es posible seguir manteniéndolos. Y se arme entonces la de Dios es Cristo.

Tras el correspondiente introito, sumamente necesario, conviene recordarle a nuestro alcalde que si rectificar es de sabio, tampoco es menos cierto que errar muchas veces es fiel demostración de una evidente falta de preparación por parte de alguien como él que yerra a cada paso. Los errores de nuestro alcalde han sido ya muchos. Sí, ya sé que cualquiera de ustedes me puede responder que ello se debe a que lleva ya tantos años dirigiendo los destinos de esta ciudad que no se le deben achacar los casos en los que ha metido la pata hasta el corvejón.

A nuestro alcalde, que tiene más tonterías que un mueble bar, hay que recordarle que nunca le ha cuajado ningún proyecto ni como funcionario ni como primera autoridad. Que todo lo que toca lo echa a perder. Y qué decir de su mal bajío: es tan palpable que hay quien dice que está superando a Luis Yáñez; socialista tachado de manzanillo. Transmisor de mala suerte para los demás y que, sin embargo, a él no le afecta nunca.

Los errores de nuestro alcalde han sido muchos y muy sonados. Pero él siempre tiene la respuesta adecuada para eludir responsabilidades. Lo de Urbaser, por ejemplo, lo tacha como una minucia por la que ni siquiera merece la pena pedir perdón. Y mucho menos hacerles caso a quienes arremeten contra él por resentimiento y porque ya no participan de la sopa boba que él reparte a discreción entre quienes le son fieles y le dicen a mandar, don Juan, que para eso estamos. Agachando la cerviz si es necesario.

Don Juan se ha convertido, gracias a sus mayorías absolutas, en alguien que hace y deshace en a su antojo. Que ordena y manda, como si fuera el dueño de una ciudad en la que muchos de sus habitantes andan sumidos en la duda que los voceros de nuestro alcalde le han inoculado: “Sin él la ruina más absoluta se adueñará de esta tierra”. Y mediante ese lema tratan de ayudarle a tapar su malísima gestión.

Volviendo a la marcha atrás que ha dado nuestro alcalde en relación con la reforma de las empresas municipales, conviene decir cuanto antes que Caballas ha participado de ese fracaso. Pues Juan Luis Aróstegui ha estado siempre enterado de todo y hasta ha participado activamente en todo lo concerniente a un asunto que ha salido trasquilado. En fin, sólo nos queda volver a insistir: lo primordial es que ningún empleado pierda su puesto de trabajo. Aunque no conviene olvidar que están todos en precario.
 

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