Naturalmente, me tengo que referir
al concurso de Canal Sur TV, “Se llama copla”, que en el
último programa, este pasado sábado, demostró que se trata
de un concurso con intereses particulares, o muy
particulares, disfrazados por ese mal entendido cariño y
defensa de la copla.
Desde hace varios años, en la noche del sábado, he seguido
este programa, desde aquella edición en la que participó
Nazaré Compaz, una ceutí que dejó muy alto el pabellón de
Ceuta.
Y ahora ¿Por qué vuelvo a escribir sobre este concurso?.
Sencillamente, porque me molestan las irregularidades y el
trato desigual hacia las personas, irregularidad que se dio
en este caso al haberse deshecho de la participante Lola
Vega, una jovencita de Trebujena que, es posible que en
ningún programa haya estado para un 10 absoluto, pero con
toda seguridad siempre estuvo a la altura de una nota de 9,
por poner números a las actuaciones.
Lola Vega tiene una muy buena formación musical y esa
formación parece que les ha pesado demasiado a los que
tenían que calificar sus actuaciones. Una auténtica
vergüenza.
Desde el primer momento se vio que Lola vega era
encasillada, en unas casillas que sólo existen en la mente
calenturienta de algunos de los que enjuiciaban sus
actuaciones.
Uno, tras ver la expulsión de esta concursante, tiene que
decir que les ha venido grande el tener que valorar a Lola
Vega, en tanto que están tratando de promocionar, muy a las
claras, a alguna jovencita, a la que ponen por las nubes,
aunque aún tiene que recorrer un largo camino para ser
alguien en la música.
Creo que “Se llama copla” ha entrado en un camino peligroso,
porque dos sesiones como la del pasado sábado lo pueden
haber convertido en un auténtico “Reality”, puesto que a la
expulsión, sin justificación seria de ningún tipo, de uno de
los valores más claros de esta edición se van uniendo los
enfrentamientos, más que demostrados, existentes entre
varios de los participantes.
Y si esto es peligroso, más peligrosa es la hipocresía o la
mentira que, de vez en cuando, envuelven al programa, en el
que ellos dicen que se tienen que quedar los mejores, y tras
decir eso, es el propio grupo calificador el que deja en el
programa a Raúl, un concursante de Chiclana, al que se había
reprendido en el programa de esa noche del sábado, por su
falta de entrega.
Hasta ahora, hemos visto muchas más cosas y toco estas
únicamente, pero no tardaré en sacar algo más de un programa
que se está manteniendo, y bien, por las numerosas llamadas
de los seguidores de los concursantes, para ese simulacro de
clasificación de cada día.
A lo largo de las diversas ediciones hemos visto como los
andaluces, especialmente, han sabido atinar con las
irregularidades y el mantenimiento, semana tras semana, de
algunos concursantes que no parecían dar la talla. Ahora, no
me cabe la menor duda de que, más de uno ya se habrá dado
cuenta de que eso de “proteger la copla” es una frase hueca,
vacía de contenido, cuando se echa fuera del programa a una
de las participantes más formada de esta y de las demás
ediciones.
Afortunadamente para él, en esta jornada no estuvo Pive, uno
de los que dogmatiza, por intereses propios, sobre la copla
y que en su día calificó a la propia Lola Vega en sus
actuaciones como aquel que pone “el automático”, sin aportar
o cambiar nada más. Claro que lo que olvidó o no sabía el
tal Pive es que poner el automático implica dar seguridad,
cosa que muchos de sus protegidos no dan.
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