El pasado jueves, 9 de enero, en
Algeciras (Cádiz). Se celebró un acto cultural propio de
capitales culturales relevantes, sin parangón alguno en esta
especial ciudad de mis amores, despegos y desengaños. Porque
el excelso y eminente pedagogo, José Antonio Marina, uno de
mis maestros espirituales, literarios y filosóficos ofreció
una extraordinaria conferencia titulada “La educación del
talento”, en el salón de actos de la UNED. Con un lleno
total de asistentes muchos de pie, a los que el
conferenciante dirigió sus primeras palabras de
agradecimiento nada más iniciar su intervención. Siendo
servidor, uno de los muchos que gozó y disfrutó de la
conferencia, en ese estado posicional pegado a la pared pero
sin llenarme de cal, al apoyar mi hombro en el filo de la
navaja donde me encuentro siempre al otro lado de los
poderes políticos… establecidos y de sus partidistas
tentáculos justicieros.
La tarde era medianamente gélida, aprovechando más que
sobradamente el tiempo que empleé asistiendo a tal plausible
acto cultural, patrocinado por la refinería CEPSA. Porque
otra ocasión como ésta no se me iba a presentar, ya que
desde hace años, José Antonio Marina, es uno de los
manantiales a los que acudo, para beber de lo que brota en
algunas de sus obras, entre ellas, “El vuelo de la
inteligencia”, que es uno de mis libros de cabecera y el que
tengo siempre a mano en la mesa de mi despacho.
Encontrándose tan gastado de usarlo, como otro de él que un
labrador aragonés se lo llevaba al campo para leerlo.
Es tal como lo digo y expongo, porque cuando me encuentro
subido en los ramajes de los árboles, sin saber qué vuelo
emprender. Percibo las energías suficientes a través de su
filosofía, literatura y pedagogía, para emprender la senda
que no visionaba, como consecuencia del follaje que me
circunda, sin dejarme ver en momentos puntuales la luz del
camino a proseguir.
Aconsejable es, por tanto, hacer una parada para pensar y
reflexionar cuando lo necesitemos. Siendo eso lo que hice en
la tarde-noche del jueves citado, yendo a beber físicamente
en persona por primera vez de las fuentes culturales,
sociales, pedagógicas y literarias… de José Antonio Marina.
Habiéndoseme reforzado aún más el convencimiento de que,
cuanto más importante es o sea una relevante persona de la
cultura, de las artes o de otros gremios con sus creaciones,
actitudes y genialidades a favor del bien común de la
humanidad. Más sencilla, accesible y afable es. Captando
esas y otras cualidades de Marina, a través del lenguaje o
léxico desarrollado en esta conferencia sin alardes ni
florituras, llegando a todas las edades de público erudito o
no con las materias expuestas.
“El vuelo de la inteligencia” y otras obras de Marina, son
muy apropiadas e imprescindibles para conocer a través de él
qué es la inteligencia, la que según dijo “se asemeja a un
juego de póker en el que hay cartas buenas y malas, pero no
siempre gana el que lleva las mejores cartas, sino quien
sabe jugarlas mejor. Siendo la función más importante de la
inteligencia el enfrentarse al problema. Por ello, todo lo
que hacemos es para satisfacer un estado de ánimo para
mejorar. Pero cuando no sabemos resolver un problema,
acudimos a la guerra como hace 200 mil años. Habiéndose
confundido en España al listo con el inteligente”, dijo.
El filósofo marcó sus doctas pautas calando hondo en todas
las ideologías y posiciones culturales y sociales que
abarrotaban la sala. No molestando ni lo más mínimo a la
concurrencia, porque con su templado capote de seda nos
lanceó (con perdón) hasta con ejemplos, para que
visionáramos mental e imaginariamente lo que nos estaba
explicando. Aunque, lanzó dardos envenenados y con razón,
contra la desidia de los gobernantes españoles por sus
desafortunadas faenas con el modelo educativo que imponen…
José Antonio Marina, alentó a la ciudadanía a que abandone
el pesimismo y la pasividad, al decir entre otras cosas más
que: “Nos estamos empobreciendo en todos los niveles, porque
estamos desperdiciando a los talentos”, entre ellos, a los
que se marchan fuera de España en busca de empleo. Para
proseguir diciendo “la riqueza de las naciones eran las
materias primas que poseían. Ahora eso se ha acabado, porque
su riqueza es la educación…”.
Finalizado el acto, tras hora y media de duración con un
turno de preguntas, me dirigí hacia él diciéndome al
acercarme: “Has aguantado de pie toda la conferencia”. A lo
que le respondí --no me importó, maestro--. Inmediatamente
después le dediqué mi obra “Vómitos de un volcán”. Y él hizo
lo propio con su libro “El vuelo de la inteligencia” que le
llevé para que me lo firmara, poniéndome: “A José, espero
que tu inteligencia VUELE alto, un abrazo”.
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