Fue ayer cuando me tocaba escribir
de ella, debido a que había leído que estaba dispuesta a
dejar la política activa, por estar hastiada, y hasta se nos
decía que pronto iba a ocupar su plaza de maestra, comprada,
en el colegio de San Daniel.
Pero me fue imposible hacerlo; vamos, dedicarle la columna a
ese posible abandono suyo de todos sus cargos en el PP,
porque hallé a una persona dispuesta a contarme los motivos
que tienen los sindicatos para no fiarse de Juan Vivas.
Y creí conveniente darle prioridad a esta cuestión.
Eso sí, tomé nota de lo leído acerca de Yolanda Bel,
con el fin de no olvidarme del momento que vive la todavía
consejera de Presidencia, Gobernación y Empleo, además de
secretaria general de su partido, a fin de escribir unas
líneas al respecto.
Y empezaré diciendo que un día del mes de octubre, si la
memoria no me falla, fui preguntado durante una sobremesa si
yo conocía bien a YB. Y dije: la conozco tanto que hace tres
años, más o menos, que no hablo con ella. Con lo cual está
dicho casi todo.
Uno de los participantes en la sobremesa tardó un suspiro en
expresarse: Reconocerás, Manolo, que llevas mucho
tiempo aplicándole correctivos. Y bien sabes tú, porque no
te has cansado de airearlo, que un político vapuleado es muy
peligroso. Y que lo primero que hace es retirarte la
palabra.
Mi respuesta fue clara: cuando una persona es tratada bien,
en todos los sentidos, y de la noche a la mañana se
convierte en enemiga furibunda de quienes han tenido el
mejor comportamiento con ella, merece, como mal menor, que
sea puesta en duda. Y, por supuesto, hay que recordarle que
no existe el amor ciego. Pues todo radica en que tú me das y
yo te doy. Por consiguiente, el distanciamiento entre YB y
servidor ha sido más culpa de ella que mía. Aun así, y con
todos mis defectos, yo no suelo retirarle la palabra a nadie
salvo caso de comportamiento grave.
Ahora trataré de centrarme en los motivos que pueden influir
en la posible deserción de la política activa de una mujer
que llegó al partido con la edad en la boca y dispuesta a
medrar, como se estila en los partidos, para conseguir todos
los logros que ella deseaba. Y lo primero que hay que decir
es que debería estar dándole gracias a Dios, ella que tan
religiosa es, por cuanto ha conseguido.
Ha conseguido YB, sin duda alguna, vivir más que bien
gracias a la política. Y, sobre todo, al haber tenido la
oportunidad de disfrutar de tantos cargos en el gobierno
local, gracias a que Juan Vivas lleva ganando elecciones
desde hace un porrón de años. Lo cual le ha permitido ser,
después de la trampa tendida a Pedro Gordillo, por
quienes le odiaban, la segunda persona con más relevancia en
el Ayuntamiento.
Ahora bien, por qué actualmente la consejera todopoderosa
está dando muestras de pesadumbre y ha optado por cundir
entre sus más allegados que está hasta el moño de la vida
que lleva a la vera de nuestro alcalde. Porque sabe
perfectamente que ha caído en desgracia ante quien hasta
ahora la había venido adulando como si fuera la reina del
colmado.
Y sus ilusiones se han venido abajo. Al darse cuenta de que
a la hora de la verdad su admirado y querido Juan Vivas ha
cambiado de brazo derecho. Y es que los celos son muy malos.
Malísimos. Y tan insoportables como para que nuestra
estimada YB, aprovechando una imputación, siempre
desagradable, esté cundiendo que lo dejará todo para ejercer
de maestra. Ya mismo.
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