Uno, especialmente, en estas
fiestas que acaban de terminar, suele acordarse, siempre
para bien, de aquellos que, desde el primer momento, se
mostraron como amigos suyos y, a lo largo de los años, han
seguido como tales.
Eso es lo que me sucede a mí con muchas personas de Ceuta, a
las que conocí nada más llegar a esta ciudad, y aunque los
años han ido pasando la amistad perdura y perdurará siempre.
Entre esas personas está Pepe Jordán a quien conocí yo
recién llegado a Ceuta, en los primeros días de octubre de
1978. Ya ha llovido, desde entonces, pero cada vez que ha
llovido, también, ha “escampado” y aquí seguimos.
Pepe Jordán, por aquellas fechas de mi llegada a Ceuta,
había dejado de arbitrar en categoría nacional, pero seguía,
día a día, el fútbol nacional, reservándose siempre sus
colores, pero no ocultando jamás que era un gran aficionado
de primera división del primer equipo de Ceuta. Eso entonces
y ahora mismo de igual manera.
Hasta aquí todo muy bien y muy bonito, porque como él mismo
dice “no me podía quejar de nada en esta vida”. Y es cierto,
porque en estos momentos tan complicados para miles y miles
de personas él tenía una familia a la que no faltaba nada de
lo que puede pedir cualquier familia normal de hoy. Así
llevaba la vida.
Sin embargo, y eso me dejó sin respiración, hace dos días,
en las vísperas de las Navidades, Pepe Jordán ha perdido a
su hijo. Un hijo de 35 años, que no tenía ningún tipo de
padecimiento hasta entonces, que estaba situado
perfectamente y que, en muy pocos días, una enfermedad de
esas que se te cuelan en casa, le ha privado de la vida,
cuando más ganas tenía de vivir.
Me lo comentaba Pepe Jordán, el domingo por la mañana, a la
misma puerta del Hotel La Muralla. Me decía que era, en esos
momentos, la primera vez que había salido a tomar un café
con su familia, desde que había perdido a su hijo, al que
lleva, naturalmente, en el corazón, pero también en su
teléfono móvil de donde me mostraba su foto, por si yo no me
acordaba de él.
Claro que me acordaba y al no haber seguido yo de cerca ese
mal trago que él ha pasado, por coincidir con las vísperas
de vacaciones, yo creo que por eso, me ha impresionado más
esta pérdida de un chaval joven, que tenía, todavía, muchas
cosas por hacer.
Pero lo que son las cosas, lo que es el cariño y el
sentimiento por todo lo suyo, incluso en circunstancias como
ésta, Pepe Jordán me decía que:”qué mala suerte tuvo el
Ceuta en la tarde del sábado”. Él se estaba refiriendo a ese
empate, 2-2, que logró el equipo ceutí y que el tanto del
definitivo empate lo marcó el contrincante, cuando pasaban
ya tres minutos de los noventa reglamentarios.
No me cabe la menor duda de que, a lo largo de los días y de
las noches, durante la mayor parte del tiempo, bajo
cualquier circunstancia, Pepe Jordán estará recordando a su
hijo, no puede ser de otra forma, pero también estoy seguro
de que los pocos ratos de sosiego, de tranquilidad y de
calma irán dedicados al equipo de sus amores, al equipo que
representa, en primer lugar, a Ceuta.
Así son las personas, así son los padres, pero así, también,
son los verdaderos seguidores de lo suyo. Pepe Jordán, tus
amigos, ahora más que nunca, estamos a tu lado, estate
seguro de ello.
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