Entre diciembre y enero no hay
quien me libre de molestias en la garganta que me dejan el
cuerpo maltrecho y me impiden frecuentar la calle. Esta vez,
quizá porque he cumplido un año más, llevo catorce días
enclaustrado. Y debo confesar que tengo ya unas ganas locas
de darme mis garbeos por el centro de la ciudad.
Anoche, aprovechando que tanto la carraspera como la
irritante tos me dieron una tregua, saqué a relucir mi
voluntad y me puse a romper papeles que llenaban tres
cajones del mueble donde guardo yo todo lo que despierta mi
interés.
Llevan razón quienes dicen que romper papeles es uno de los
trabajos más arduos que conocen; pues obliga a tomar
decisiones durante horas, igual que un ejecutivo. Por una
sencilla razón: ¿cómo estar seguro de que esto carece de
importancia y de que esto otro, en cambio, merece el honor
de continuar en sitio tan adecuado?
De los cajones van saliendo invitaciones, recetas, apuntes
que no entiendo ya, sentencias judiciales, citaciones,
catálogos, y muchos, muchísimos trozos de periódicos que
arranco mientras los leo. Terminada la tarea, tengo sobre la
mesa varias entrevistas y algunos artículos que se han
ganado el derecho a ser revisados por mí.
El artículo de más interés data de los ochenta. El Rey había
cumplido 50 años, y los periódicos le dedicaban grandes
espacios y, efectivamente, era una ocasión para plantear
otra vez el protagonismo del Monarca en la historia
contemporánea española; especialmente en ese suceso que nos
hizo pasar de una “Dictadura constituyente” a una Monarquía
parlamentaria, o una democracia.
De entre los artículos publicados en El periódico Diario 16,
uno de ellos debió llamar mi atención y por eso está hoy
encima de la mesa de mi escritorio. Lo firma Santiago
Carrillo. Y me voy a limitar a espigar algunos párrafos
de tan excepcional escrito. Párrafos que vienen muy bien
mostrar ahora cuando se vuelve a decir que la izquierda se
dejó ganar la partida durante la tan celebrada transición.
Dice Carrillo:”Si hubiéramos reivindicado la República,
habríamos logrado que la Dictadura franquista se prolongase,
con otros personajes, indefinidamente” “Don Juan Carlos nos
sorprendió a casi todos facilitando la transición de la
Dictadura a un sistema democrático”. “Se puede argüir que la
izquierda tuvo que pagar un precio a esta forma de realizar
la transición. Ese precio hubiera sido innecesario si la
izquierda radical hubiese sido más fuerte, pero lo que
algunos olvidan es que no lo era, que sólo era una fuerza
minoritaria, como se comprobó en las elecciones. Y en esas
condiciones fue una conquista que dicha izquierda lograra el
reconocimiento legal y participara activamente en el proceso
constituyente”.
Me reservo lo declarado por Carrillo acerca del 23-F, pese a
su enorme interés, porque quiero aprovechar el espacio que
me queda para recordar lo que decía un empresario ceutí,
líder de una formación política local, en una entrevista
publicada por Europa Sur, en diciembre de 1994, y que tengo
delante de mí. Niega haber pinchado el teléfono del diputado
popular Francisco Antonio González, aduciendo lo
siguiente: “¿Qué interés tendría yo en hacerlo? Si fuera el
ministro de Asuntos Exteriores, se podrá entender, pero
siendo un diputado. ¿Qué importancia puede tener lo que diga
un diputado?”. Ninguna -respondo yo-: ni antes ni ahora.
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