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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 8 DE ENERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Carbón, caramelos y paraguas
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Son tres términos que vienen muy unidos en la fiesta de los Reyes, aunque para muchos, es posible, que nada tengan que ver, por lo que trataré de relacionarlos, muy especialmente, al haber visto alguna de las cabalgatas de la tarde-noche de este pasado domingo.

Y es que, recuerdo que cuando era pequeño, en más de una ocasión oí decir que aquellos que no se habían portado bien, que no habían sacado buenas notas o que no habían hecho lo que se les mandaba, iban a recibir carbón de los Reyes Magos.

El carbón, pues, se veía como algo nefasto, más por su vista que por lo que podría ayudar a calentarse, al menos en mi tierra, en una época como esta de los primeros días de enero.

A mí, debo decirlo desde ahora, jamás me trajeron carbón los Magos de Oriente, pero igualmente tengo que decir que nunca fueron excesivamente generosos conmigo, no sé si porque mi casa no tenía unas ventanas adecuadas para que pudieran entrar los Reyes por ellas o porque no sabían realmente donde vivía.

Sea como sea, siempre me conformé con lo que traían, porque a otros vecinos míos les pasaba casi lo mismo, en aquellos años del comienzo de los 50 del pasado siglo.

Hoy, el carbón casi no se usa ya, y bastantes problemas tienen los mineros como para tener que sacar una parte gratis para que los Reyes Magos se lo vayan a llevar a “los nenes que no han sido obedientes”.

Ahora, pues, abundan otras cosas, muchos juguetes de esos que los chavales saben manejar mucho mejor que quienes ya con los años no somos capaces de poner en marcha.

Hoy, además, lo que abunda mucho son las golosinas, especialmente los caramelos, que se van tirando a lo largo de todas las cabalgatas y que en algún momento, por ese afán de querer coger más, ha traído accidentes, alguno de ellos con consecuencias irreparables, por el simple hecho de haber intentado hacerse con un caramelo más.

Y como aquello que es regalado siempre parece poco, hay quienes tratan de hacerse con el mayor número posible de eso que nos dan, y además, sea por el método que sea, a base de empujones, de atropellos a las propias carrozas, desde las que se van repartiendo, o utilizando de una manera vergonzosa los paraguas abiertos, pero al revés, para que así caigan cuantos más mejor.

En la tarde-noche del domingo me parecía que la cabalgata organizada desde el Ayuntamiento, por el correspondiente departamento, estaba transcurriendo con total normalidad y con una organización perfecta.

Yo veía desde casa esta cabalgata y, debo decir que, me entretenía hasta que me di cuenta de que no una, ni dos, sino muchas personas estaban utilizando sus paraguas para hacer una buena recogida de los caramelos que se iban tirando desde las carrozas.

Y no eran niños, posiblemente tampoco debían ser los más necesitados, sino los más deseosos de hacerse con lo que se iba repartiendo desde las carrozas.

Llegados a este punto, uno tiene que sentir vergüenza ajena de tantos como salen a la calle, no en busca de aquello que les pertenece, sino de aquello que se está repartiendo para todos los chiquillos que van ilusionados a esperar a los Reyes Magos para ver si les dejan a ellos algo.

Lo de los paraguas vueltos debe servir de punto de partida para cuando, de aquí a dos meses, llegue la “mejilloná” tengan buena vista y no permitan a los de siempre que se lleven medio saco de esos mejillones, pongamos por caso.
 

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