El proyecto que los Hermanos
franciscanos de la Cruz Blanca llevarán, en breve, a la
populosa barriada del Príncipe Alfonso dirigido a las
personas desfavorecidas con la puesta en marcha del
Economato social, es una consecuencia de la aportación
solidaria que, a través de nuestra Declaración de la Renta
de las Personas Físicas, destinamos al capítulo de fines
sociales. Aquí, en Ceuta, vamos a tener muy cerca el destino
de esos fondos provenientes del IRPF para la atención a
quienes menos tienen o carecen de lo imprescindible.
Si atender la extrema necesidad ya es importante, resulta
aún más gratificante hacerlo desde una perspectiva
comprometida, ambiciosa y de gran calado, como sucede en
este caso, con un proyecto de un millón de euros, que
también facilitará empleo y la posibilidad de captar a todos
aquéllos que quieran involucrarse para aportar su granito de
arena, en cuestión de experiencia y solidaridad. Además, la
creación de una serie de talleres de formación
complementarán esas labores de apoyo a los más necesitados.
Quitar el estigma que ha venido caracterizando a la barriada
del Príncipe con esta iniciativa, supone un compromiso
además de un deber con una zona periférica necesitada de
múltiples iniciativas. El Economato social introduce un
nuevo horizonte de apoyo a quienes están al límite de la
exclusión social y es la resultante de unas aportaciones
derivadas del IRPF para un fin humanitario. En estos días
entrañables, donde la sensibilidad está a flor de piel,
proyectos de esta naturaleza nos elevan el espíritu y nos
conciencian en favor de actuaciones filantrópicas que
requieren más corazón y voluntad que esfuerzo. Ceuta siempre
se ha caracterizado por su talante generoso. Una vez más lo
demuestra.
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